Este jueves, el ISSSTE definirá el destino de uno de sus contratos más sensibles y estratégicos: el servicio de hemodiálisis en sus unidades hospitalarias. Se trata de la licitación LA-51-GYN-051GYN005-N-406-2025, cuyo importe máximo asciende a 994 millones 745 mil pesos más IVA. Son casi mil millones en juego dentro de un instituto marcado por adjudicaciones irregulares y donde lo que está en disputa no es un simple proceso administrativo, sino la calidad de los servicios en un mermado y deficiente sector de salud pública que priva en México.

La apertura de propuestas incluye a cuatro concursantes: Fresenius Medical Care de México, que se apuntó en todas las partidas (1, 2, 3 y 4); Hi-Tec Medical en la partida 1; IGSA Medical Services en las partidas 3 y 4; y Reactivos y Químicos en las partidas 1 y 2. En el sector no hay duda de que el favorito es Fresenius, la trasnacional alemana que, pese a arrastrar incumplimientos y sanciones, mantiene un lugar privilegiado en las compras públicas del país.

En 2016, la Secretaría de la Función Pública sancionó e inhabilitó por 2.5 años a Fresenius Medical Care de México por incumplir contratos de hemodiálisis con el IMSS. Un año antes, pacientes y familiares habían denunciado públicamente retrasos en tratamientos y fallas en el suministro de insumos en unidades subrogadas. La empresa no solo pagó multas, también perdió temporalmente la posibilidad de competir en licitaciones federales. Sin embargo, como suele ocurrir en el sector salud y en otros, la memoria institucional es corta y pronto regresó a obtener los grandes contratos.

A nivel internacional, en 2019 el Departamento de Justicia de Estados Unidos y la SEC multaron a Fresenius con 231.7 millones de dólares por prácticas corruptas en 17 países, incluido México. Y en 2011, el IMSS la acusó de incurrir en prácticas monopólicas. A ello se suman investigaciones fiscales que calculan que ha evadido hasta 2 mil 900 millones de euros en impuestos, con más de 8 mil millones de utilidades estacionadas en paraísos fiscales como Islas Caimán y Delaware.

Para el ISSSTE también hay varios señalamientos. La Auditoría Superior de la Federación ha documentado en informes recientes que el Comité de Adquisiciones del instituto aprobó adjudicaciones directas e integrales con dictámenes incompletos y deficiencias técnicas. Apenas hace unos meses, bajo la administración de Martí Batres, se revocó un contrato de limpieza por sobrecostos e irregularidades.

En este contexto, la apuesta por Fresenius requiere una revisión de fondo. Dentro del ISSSTE, las miradas apuntan a Gustavo Reyes Terán, director Médico desde octubre de 2024, quien en su paso por la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE) enfrentó críticas por presuntos favoritismos en la compra de insumos y por mantener relaciones cercanas con farmacéuticas internacionales. De su área depende buena parte de la supervisión técnica de servicios tan delicados como la hemodiálisis y se asegura que es el principal impulsor de la trasnacional.

Mientras tanto, los testimonios de pacientes y familiares del ISSSTE hablan de sesiones canceladas por falta de insumos, catéteres inexistentes, técnicos ausentes en emergencias y equipos sin mantenimiento.

En la cúpula global de Fresenius despacha Helen Giza como CEO y Martin Fischer como director financiero; mientras que en México, la unidad de Medical Care la encabeza Alfredo Merino, de la mano de Edgar Robles y Rafael de Jesús Sánchez, quienes han firmado contratos previos con instituciones públicas.

Este jueves, cuando se conozca el fallo de la licitación, se sabrá si el ISSSTE opta por entregar a Fresenius, con todo y su expediente, un contrato que rebasa los 994 millones de pesos, o si el resto de las empresas lograrán darle equilibrio al concurso. Algunas de estas, por cierto, ya fueron socias de la firma alemana.

Posdata 1

Además de promocionar en medios de información nacionales la columna que publiqué este lunes en EL UNIVERSAL, el Grupo Vidanta, a través de su apoderado legal, Raúl Cruz Peña, envió una “aclaración” en la que niega “rotundamente” tener cualquier tipo de “participación, relación o vínculo” con Kapital Bank. “Es absolutamente falso que el Ing. Daniel Chávez Morán o Grupo Vidanta estén ligados de cualquier manera con dicha institución”.

Pero la negativa de Grupo Vidanta sobre cualquier “vínculo o participación” con Kapital Bank pasa por alto un hecho clave: la relación familiar directa que une a los fundadores de la financiera con la familia Chávez Morán.

De acuerdo con registros civiles, Daniel Omar Chávez Saúl —hijo de Daniel Chávez Morán y Alma Lyda Saúl Solís— es primo hermano de René Saúl Farro, fundador de Kapital Bank. La línea de parentesco es clara: Alma Lyda Saúl Solís (madre de Daniel Omar) y René Saúl Solís (padre de René Farro) son hermanos, hijos de los mismos abuelos, René Saúl y Hermelinda Solís. Esto coloca a Daniel Omar Chávez Saúl y René Saúl Farro en una relación de primer grado colateral, como primos hermanos.

En ese sentido, es correcto afirmar que sí existe una relación entre Kapital Bank y la familia Chávez, aunque no necesariamente de carácter accionario o de negocios formales. El vínculo es familiar, directo y verificable. En el ámbito empresarial, este tipo de lazos de sangre suelen ser tan influyentes como las participaciones accionarias, ya que configuran redes de confianza, afinidad y apoyo mutuo.

Por ello, resulta impreciso (o falso) sostener que “no existe ningún vínculo”. El parentesco entre René Saúl Farro y Daniel Omar Chávez Saúl demuestra lo contrario. Y no sólo eso: muchas personas han escuchado a uno de ellos pronunciar con orgullo esa cercanía familiar.

Posdata 2

El relevo en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), que ocurre en un momento crítico, con la necesidad de recuperar la confianza del sector financiero y de los inversionistas internacionales, que venían cuestionando la falta de firmeza del regulador en áreas tan sensibles como la autorización de fintechs o la supervisión antilavado, confirmó la desastrosa administración de Jesús de la Fuente.

Ángel Cabrera llega con la encomienda de recomponer la institución, profesionalizar al equipo y mandar un mensaje claro de que la CNBV puede volver a ser un árbitro respetado.

Bajo el mando de De la Fuente, la CNBV enfrentó acusaciones constantes de nepotismo y favoritismos. Nietos del expresidente habrían encontrado acomodo en sociedades financieras y bancos, mientras su vicepresidente de Administración, Francisco Moreno, llenaba posiciones vacantes con asesores sin funciones definidas. El resultado fue un regulador debilitado en su músculo técnico, justo cuando el sector financiero mexicano demandaba mayor especialización y rigor.

Los tropiezos se acentuaron con la adjudicación irregular de un contrato de mantenimiento de servidores que dejó inoperante durante más de seis meses el SITI, el sistema con el que bancos y autoridades detectan operaciones sospechosas de lavado de dinero. Ese apagón regulatorio es considerado uno de los mayores escándalos en la historia reciente del organismo: medio año ciegos en plena guerra contra el fentanilo y bajo la mirada de GAFI y FinCEN. La molestia del entonces secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, fue tal que De la Fuente ni siquiera pudo pronunciar un discurso en la convención bancaria de Acapulco, un hecho inédito que marcó el principio de su final.

A ello se sumaron denuncias de sobornos, extorsiones y favores personales en casos como Sierra Gorda, los centros cambiarios del AICM y Caja Libertad, además de la adquisición de un viñedo que no corresponde con los ingresos declarados. Señalamientos que, juntos, terminaron por derrumbar a De la Fuente y precipitaron su salida. Cabrera, por lo tanto, no recibe solo una institución con rezagos técnicos, sino una CNBV con credibilidad en entredicho. Y esa es quizá su mayor tarea: demostrar que el regulador puede ser más que una oficina de favores y volver a ser el guardián del sistema financiero mexicano.

Posdata 3

Lo de la casa en Tepoztlán representa la salida más ruinosa de Gerardo Fernández Noroña como presidente del Senado, pero también la que mejor lo retrata. El legislador, que se pasó años acusando a la clase política de vivir en la opulencia y pregonando las banderas de la austeridad republicana, terminó defendiendo la compra de una residencia de 12 millones de pesos, cuestionando con tono retador a la oposición, a sus correligionarios y a la opinión pública: “¿alguien puede decirme que yo no puedo pagar esa casa?”. En esa escena, cargada de soberbia, se condensó lo que fue su presidencia, que más que sobria e institucional, fue ejercicio de poder estridente, plagado de contradicciones y alejado de la narrativa de “humildad” que enarbola Morena.

No fue la única vez que la realidad lo desnudó. En julio se le vio entrar con toda naturalidad a una sala VIP del AICM, justo cuando su partido llamaba a los funcionarios a evitar privilegios. Después se le hizo costumbre hacer turismo legislativo en primera clase. Esto se suma a una larga lista de desplantes que marcaron su gestión: desde micrófonos silenciados y gritos en el pleno, hasta choques diplomáticos con legisladores estadounidenses que terminaron tensando la relación bilateral.

Su estilo, que durante años lo mantuvo como un agitador útil para el PT y Morena, se volvió un lastre para el movimiento de la 4T. El saldo de su paso por la presidencia del Senado, que concluye este 31 de agosto, es devastador.

Mario Maldonado

Mario Maldonado es un periodista especializado en negocios, finanzas, economía y política, con colaboraciones en medios nacionales e internacionales. Escribe su columna en El Universal, dirige ELCEO.com y conduce en El Heraldo Radio y TV. Autor de Lozoya, el traidor, es una voz clave en el análisis económico y empresarial.

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