Menos de dos años y el balastro ya estaba agotado. Jornadas extenuantes… de construcción. Tal vez por eso el Tren Maya se descarriló ayer, cerca de la estación Izamal, en Yucatán. El accidente trae a la memoria aquella llamada telefónica que Latinus filtró hace año y medio, donde los amigos de los López Beltrán presumían el negociazo que había sido venderle balastro de mala calidad a la 4T. “Ya cuando se descarrile [el tren], ya va a ser otro pedo”.

Me temo, sin embargo, que ni con este desmadre en el tramo Mérida–Cancún habrá consecuencias. ¿Alguien se hará responsable? Los eufemismos castrenses para disfrazar los horrores que produce la corrupción de la 4T son dignos de grabarse en piedra, para que no olvidemos nunca: “al accesar [acceder hubiera sido mejor] a baja velocidad a los andenes de la estación, el tren sufrió un percance de vía”. Ajá. Evasiva semejante a la de marzo de 2024, cuando otro vagón se descarriló llegando a Tixkokob, Yucatán. Entonces se habló de una “interrupción del flujo sobre la vía”.

¡Por Dios! ¿Quién les escribe los guiones? Tan absurdo decir una cosa como la otra, porque ambas, al final, son descarrilamientos. Pero más incompleta aún es la explicación de por qué un tren con menos de dos años en servicio tiene ya este tipo de problemas. ¿En qué otro lugar del mundo, en una obra de esta magnitud, ha pasado algo semejante antes de los dos años?

Revisé y encontré tres casos: China (2011), España (2013) y Turquía (2018), donde trenes de gran envergadura tuvieron accidentes graves en menos de dos años de operación. Pero tampoco es algo común. El mal de muchos no debería aplicarse aquí, y menos cuando el convoy mexicano iba a apenas 20 km/h entrando a la estación. La velocidad no fue el factor. Se descarriló, y punto. Y no fue por correr demasiado. Trenes modernos en otras latitudes alcanzan 400 km/h y no se descarrilan al llegar a una parada.

Cabe esperar que, al menos, quienes trazaron la ruta y quienes eligieron el tipo de tren respondan y cubran los costos del desperfecto, que afectó tanto a las vías como a los vagones.

Trágico: el Tren Maya, en proporción, acumula más descarrilamientos que el Metro en medio siglo. Y si bien se agradece que no hubiera víctimas, esto quizá se deba al reducido número de pasajeros a bordo. Afortunadamente nunca lo sabremos.

El sábado pasado, la presidenta Claudia Sheinbaum y el mandatario guatemalteco Bernardo Arévalo anunciaron la extensión del Tren Maya hacia Guatemala y Belice, asegurando que no arrasará selvas ni cruzará reservas. “Circulará solo por áreas ya consideradas de tránsito”, dijo Arévalo. Me pregunto si hoy no quisiera matizar. ¿Exigirán estudios técnicos antes de continuar el proyecto?

Que lo piensen dos veces. El Tren Maya ya supera los 28,500 millones de dólares en costo. Este año recibió 35,000 millones de pesos adicionales para trabajos de carga. Todo cifras oficiales. Faltan los subsidios para la operación, el costo de modificar trazos sin estudios de impacto, la tala de más de 10 millones de árboles, la pérdida de cenotes, la afectación de la fauna. Hablamos de cientos de miles de hectáreas. Cientos de miles.

En fin. El video del vagón descarrilado es real; está verificado. Solo un herido reportado. Igual de cierto que se trata de una obra mal planeada, innecesaria y exorbitantemente cara. Confirmado.

Giro de la Perinola

(1) Antes de su inauguración (noviembre 2023–junio 2024), la Sedena invirtió 22.1 millones de pesos en promoción de la obra en ferias como FITUR (Madrid), ITB (Berlín), WTM (Londres) y el Tianguis Turístico en Acapulco. Incluía el famoso Domo de Kukulkán, cuyo costo fue de 4.15 millones de pesos.

En 2024, se asignaron 378 millones de pesos a la publicidad del Tren Maya en medios nacionales e internacionales. De esa suma, 12 millones se destinaron a canales como TNT, Space, Warner y Discovery (campaña “Todos Somos Tren Maya”).

(2) ¡Qué bueno que se busque publicitar el Tren Maya! Sobre todo porque sigue sin pasajeros. Máxime pensando en el Mundial del próximo año, con sede parcial en nuestro país.

La duda es: ¿hubo auditorías? ¿Se evaluó si esas campañas eran adecuadas? ¿Se midió su alcance real? ¿El Tren Maya fue una inversión… o un gasto? (Spoiler: lo segundo).

Verónica Malo Guzmán

Verónica Malo Guzmán es politóloga, consultora política y columnista de opinión. Miembro de International Women’s Forum, destaca por su análisis crítico y su experiencia en temas de política y sociedad.

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