“Mentir constantemente —dice Hannah Arendt—, no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea nada”. Eso está ocurriendo en México.
“Un pueblo —afirmó la autora de Los orígenes del totalitarismo— que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira, no puede distinguir entre el bien y el mal. Un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar está, sin saberlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así puedes hacer lo que quieras”. Así, muchos mexicanos.
El imperio de la mentira se fortalece cuando se adormece la capacidad crítica de una sociedad sobre sus gobiernos, cuando se anestesia la virtud cívica de dudar. Cuando se enseñorea el “matonismo periodístico”, diría Ortega y Gasset.
Sostener que en México no hay un militarismo es mentir. El fuero y los tribunales militares que ni siquiera pasan por la farsa de “elegirlos” como a los tribunales ordinarios, desnudan esa patraña. ¿Sistema de salud como en Dinamarca?, cuando las farmacias y centros de diagnóstico privados se multiplican por todo el país, es otra ficción. Exigir a España pida perdón por la conquista de Hernán Cortés, pero lo haces ¿gentrificado? en castellano, es otro embuste. Cuando hablas mal del PRI, pero afamados priístas por execrables son compañeros de viaje, son otra falsificación. Presumes salarios mínimos al alza, pero Morena no manda publicar el salario base de maestros, personal sanitario y personal de seguridad, es un embuste. ¿Ya acabó el huachicol?
Existen manos e inteligencia para abrirle paso a la verdad entre tanto disfraz. Periodismo vivo. ¿Ya se olvidó la matanza militar, de seis migrantes de un grupo de asiáticos, africanos en Chiapas con la que se inauguró el gobierno federal, el primer día de su mandato?, ¿separar a dos soldados de sus funciones, solucionó el entuerto? ¿Trasladar al IMSS que se paga con cuotas obrero-patronales, el IMSS que se sostiene con ingresos federales, es Dinamarca? ¿Una reunión del senador Fernández Noroña con el embajador ibérico y el asunto con España está solucionado?
¿Le creen a Peña Nieto que, como un Belerofonte, domó a Pegaso, o van a negociar con Luis Videgaray para desaparecer a la quimera? Sólo recuerden que en la soberbia de montar a Pegaso, el caballo alado, Belerofonte intentó subir al monte Olimpo (¿de la impunidad?) y Zeus mandó un tábano a picar a Pegaso, éste pegó un reparo de dolor y devolvió a la tierra al jinete. ¿Devolverá a México el brinco corrupto de Pegasus a Peña Nieto? ¿Seguirán en la simulación de que Morena no es un PRI renacido? “Ya nadie roba gasolina”, decretó el ex ya saben quién; bueno, pues ahora Sheinbaum incauta más huachicol, ¿institucionalizará la mentira de que es un gran logro del gobierno, o presentará ante los tribunales a la cara de los ladrones? La impunidad a los huachicoleros es un vergonzoso cuento.
“Las mentiras —dice Hannah Arendt— resultan a veces mucho más plausibles, mucho más atractivas a la razón que la realidad, dado que el que miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia desea o quiere escuchar”. Lo sabe el demagogo, el manipulador, el falsario. Y el imperio de la mentira busca el vasallaje del pensamiento libre, de la crítica, del periodismo vivo, como el que quieren en Tamaulipas de EL UNIVERSAL y de Héctor de Mauleón. Esa treta gubernamental reclama aplauso, lisonja, adulación. Clama, debemos decirlo claramente: un periodismo muerto. Seamos claros: no quieren imponer una verdad única, no tienen ideas ni principios, son una mezcla de las ocurrencias de su dueño, apuntaladas con el fusil militar y programas sociales; quieren en Morena —Arendt lo advirtió— que no creamos en nada. Adormecidos. En el sonambulismo cívico viven cómodamente los gobiernos mediocres.