Manuel Vicent, en El País, tuvo un sueño sobre España: que esa nación tenía al fin una “derecha culta y moderada” capaz de coexistir, en libertad y democracia, con “una izquierda limpia, inteligente y sosegada”.
En otras épocas, cuenta Vicent, había en la derecha burguesa española “eruditos, sabios, historiadores y bibliotecarios”, mientras “la izquierda producía intelectuales, artistas, soñadores e idealistas”.
Lo que daría Manuel Vicent para que la derecha y la izquierda de España “siguieran siendo como uno imaginaba en aquel tiempo, la izquierda como propietaria de la fraternidad universal y la derecha culta, moderada…”.
Pero ahora, en aquella nación, la derecha “que sabe manejar los cubiertos del pescado” se comporta en política con un estilo tabernario: solo con “insultos de baja calaña cargados de odio cainita”.
Y, por otra parte, Vicent no entiende de dónde han salido los “miserables robagallinas que han destrozado los ideales del socialismo con esa forma tan zarrapastrosa de meter la mano en la caja que da vergüenza ajena…”.
En México, el PAN tenía entre sus dirigentes a personas cultas y respetables: Manuel Gómez Morín, Rafael Preciado Hernández, Efraín González Luna, Adolfo Christlieb Ibarrola, Carlos Castillo Peraza, Bernardo Bátiz y Vázquez.
Una tristeza que las figuras destacadas del PAN actual sean personas tan ambiciosas como impresentables: Alessandra Rojo de la Vega, Ricardo Anaya , Marko Cortés, Jorge Romero, Kenia López Rabadán, Germán Martínez y mi amiga Lilly Téllez.
La izquierda mexicana avanzará inexorablemente en el camino de su autodestrucción si se dejan sin castigo los excesos de inmorales morenistas formalmente militantes del partido de izquierda o aliados de la 4T como Pedro Haces, Ricardo Monreal, Miguel Yunes (padre e hijo), Ignacio Ovalle, Sergio Gutiérrez Luna y Diana Karina Barreras (alias Dato Protegido).
Espanta el cinismo de la diputada Dato Protegido que, perdonavidas, ha dicho que no necesita 30 disculpas de una ciudadana, de la que evidentemente abusaron la mencionada política profesional y su influyente marido, con la complicidad de los tribunales electorales.
Espanta también el fanatismo de la alcaldesa Rojo de la Vega que ordenó retirar estatuas de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. La funcionaria lo hizo, nada más, por provocar a Morena y ganar aplausos de gente de los medios que confunde la actual situación de Cuba —de enorme deterioro económico e innegable ausencia de democracia— con lo que, en su momento, la Revolución cubana representó para la humanidad progresista: esperanza.
Cuando todavía era muy joven el proceso revolucionario de Cuba, Carlos Franqui invitó a visitar la isla al pensador europeo más influyente de los años sesenta del siglo pasado, Jean Paul Sartre: “Lo que estamos haciendo le concierne: debería venir a ver nuestra revolución en construcción”.
Sartre aceptó la invitación y llegó a Cuba en 1960, acompañado de la escritora Simone de Beauvoir.
El existencialista escribió sobre aquella Cuba en France-Soir y en Lunes de Revolución.
Cedric Steinlen dijo que, para Sartre, el gran mérito histórico de Fidel Castro fue que “entendió la debilidad de las revoluciones anteriores… que se realizaban siempre con el consentimiento del ejército nacional”. Esto provocaba, después de la victoria revolucionaria, que el ejército tomara el control y acabara con los ideales de la revolución.
La Revolución cubana, si se quiere en defensa propia, cometió la enorme equivocación de militarizase, y este factor eliminó las libertades.
Mucho se ha insistido en que la 4T ha entregado en forma acelerada demasiado poder al ejército. Este es un riesgo mayor para el desarrollo de México. Necesitará mucha habilidad la presidenta Claudia Sheinbaum para revertir tal situación —deberá hacerlo paulatinamente, desde luego: una rectificación apresurada generaría problemas terribles—.
Jaime Sarusky fue el traductor de Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre en los encuentros que sostuvieron con Fidel Castro —Ernesto Guevara no necesitó traducción: el Che hablaba “un francés correcto”—.
En un artículo, “Sartre en Cuba”, Sarusky comentó que “los días cubanos del filósofo y la escritora fueron de exaltación”, y que si algo llamó la atención de Sartre fue que, en su inicio, la Revolución cubana no tenía ideología, lo que permitía, a diferencia de lo que pasaba en la Unión Soviética, que no se silenciara ningún problema en nombre de los sagrados principios ideológicos.
Pero después de la visita de Sartre el marxismo-leninismo se apoderó del proceso revolucionario en Cuba. Surgió un partido único y murieron la democracia y la libertad de expresión, sin las cuales no es posible nada que verdaderamente beneficie a la sociedad.
Sin duda las agresiones de Estados Unidos llevaron a Cuba el socialismo o comunismo autoritario. La justificación fue la defensa nacional.
La plática de Sartre con el Che —de medianoche— “se centró en las relaciones de Cuba con los Estados Unidos, las medidas y contramedidas que en aquellos momentos las caldeaban”.
Poco tiempo después “Sartre aseveró y posteriormente escribió que ‘si los Estados Unidos no existieran, quizás la Revolución cubana los inventaría: son ellos los que le conservan su frescura y su originalidad’…”.
Hoy sabemos que no fue lo mejor para Cuba responder a Estados Unidos con militarización e ideología marxista-leninista, esta como fundamento teórico del partido único, en la práctica enemigo de la democracia.
Tiene sentido la reflexión de Jean Paul Sartre de que los ataque de Estados Unidos le daban a la Revolución cubana “su frescura y su originalidad”, que le generaron admiración mundial. Lástima muy grande que Castro y Guevara no respondieron con más democracia, sino con menos. Por tal motivo Sartre terminó rompiendo con la Revolución cubana —en efecto, le pasó lo mismo que a muchos otros intelectuales—
Parafraseando al existencialista podríamos afirmar, sin exagerar, que las frecuentes agresiones del actual gobierno estadounidense le han dado al segundo piso de la 4T “su frescura y su originalidad”. Ha sido Claudia Sheinbaum la gobernante de México más elogiada en el extranjero porque no se ha equivocado al responder a Donald Trump. Sin dejar de poner por delante la defensa de la soberanía nacional y de la dignidad del pueblo mexicano, sobre todo el migrante, la presidenta ha dicho en todo momento que no caerá en provocaciones y que por ningún motivo peleará con el vecino del norte. Sheinbaum no cometerá el error del colombiano Petro y el brasileño Lula que entran al trapo cada vez que Trump los hostiga.