En Morena no se exigen cuentas a nadie, pero eso no impidió que Luisa María Alcalde comenzara el Consejo Nacional del partido asegurando que habría cero tolerancia contra la corrupción. Minutos después presentaban a Adán Augusto López, y sin mucho entusiasmo los consejeros le corearon aquello de “no estás solo”.

A unos metros de Adán, también en el presídium, estaba el gobernador de Tabasco, Javier May, quien acusa al amigo de toda la vida del exgobernador, exsecretario de Gobernación y actual líder de los senadores de Morena, a Hernán Bermúdez Requena, su secretario de Seguridad, de ser el líder del grupo criminal de La Barredora, clave en el narcotráfico en el Golfo, en el tráfico de migrantes y en todo el proceso del huachicol, durante años asociado con el CJNG y ahora en disputa con sus antiguos aliados criminales.

“No estás solo”, le cantaban a un Adán Augusto López, que sigue sin dar explicaciones y la Fiscalía General de la República sin pedírselas, a pesar de que, desde febrero pasado, Bermúdez Requena está prófugo. Son raras las investigaciones en la 4T: en Tabasco el exgobernador no es reclamado para que, por lo menos, declare lo que sabía de las actividades de Bermúdez Requena; tampoco se cita a su sucesor, Carlos Merino actual director de Aeropuertos y Servicios Auxiliares; mucho menos al expresidente López Obrador que, pese a la evidencia de documentos militares emitidos desde 2021 de la relación de Bermúdez Requena con el narcotráfico, lo defendió públicamente en varias oportunidades, incluyendo la mañanera del 17 de octubre del 2022, como bien lo recordó días atrás Pascal Beltrán del Río.

Dijo ayer la presidenta Sheinbaum que lo de Bermúdez no es tan grave como lo de García Luna. No sé, a García Luna, condenado y todo, lo acusan exnarcotraficantes convertidos en testigos protegidos. A Bermúdez lo acusan documentos de las Fuerzas Armadas y el propio gobierno de Tabasco, los delitos se cometieron durante administraciones de Morena y fue protegido por autoridades estatales y federales de ese partido, a pesar de que ya existían las denuncias. García Luna está acusado de recibir sobornos, Bermúdez de ser el jefe de un grupo criminal que operó años con impunidad y fue el responsable directo de miles de asesinatos.

El ambiente no fue ni remotamente bueno en el Consejo Nacional, y los temas claves a tratar, como las candidaturas para 2027 y el nepotismo, quedaron ocultos por el caso Adán y por las ausencias. No fue el secretario de organización Andy López Beltrán, porque dicen que anda de viaje (lleva desparecido casi dos meses). Tampoco llegó Ricardo Monreal, quien adujo problemas personales, pero que había sido visto por última vez festejando con Pedro Haces en el hotel Villa Magna en Madrid. Por supuesto no fue, no creo que sea miembro del Consejo, Alfonso Romo, quien ya dejó el país junto con su familia. Y presidió el Consejo el gobernador Alfonso Durazo, quien defendió a Adán sin demasiado entusiasmo, quizás porque sí le renovaron la visa de Estados Unidos, pero sólo por un año. Todo mientras los chismes sobre la vida sentimental de los dirigentes embriagaban el ambiente.

Volando bajo

Las acciones que toma Estados Unidos son consecuencia de las herencias malditas que dejó López Obrador, mismas que se seguirán pagando mientras haya impunidad. Ahora, el departamento de Transportes de Estados Unidos sancionó a México por dos decisiones tomadas el sexenio pasado: la reducción unilateral de slots, de posiciones en el aeropuerto Benito Juárez, junto con una drástica reducción de vuelos, que pasaron de 61 a 44 en la actualidad, y la decisión de trasladar, sin consultarlo ni negociarlo, todo el transporte de carga al nuevo aeropuerto Felipe Ángeles.

Esas acciones se tomaron violando el acuerdo aéreo con Estados Unidos, que obliga a consultas y acuerdos con las autoridades y aerolíneas de ese país y por decisiones adoptadas por el presidente López Obrador que decidió primero cancelar sin ninguna causa justificada el nuevo aeropuerto de Texcoco; luego castigar el viejo aeropuerto Benito Juárez, al que casi no le dio mantenimiento, le quitó presupuesto y recursos fiscales del TUA (destinados a seguir pagando el aeropuerto cancelado) para incentivar el uso del Felipe Ángeles. Para que el AIFA saliera de números rojos le traspasó todo el transporte de carga, sacándolo en apenas 10 días del Benito Juárez, incrementando costos y problemas logísticos a las empresas.

Estados Unidos contestó con la posibilidad de no incrementar vuelos de aerolíneas mexicanas, con una serie de medidas que dificultan sus operaciones y con la posibilidad de quitarle respaldos legales a la alianza Aeroméxico-Delta, que la podrían hacer inviable. Un desastre que es causado por la irresponsabilidad con que se trató el sector aéreo todo el sexenio pasado.

Pero también por la decisión de no actuar. Si el gobierno federal no reacciona y no asume que no puede seguir defendiendo indiscriminadamente a todos los funcionarios y políticos que han estado detrás de actos de corrupción y complicidad en el pasado sexenio, este tipo de acciones, en todos los frentes, continuarán.

Quemando libros

Con la protección de las autoridades capitalinas se realizó otra marcha contra la gentrificación que terminó, sin que actuara ninguna fuerza de seguridad, con consignas propalestinas, xenofóbicas, destrozos contra el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, la vandalización de una librería universitaria, la quema y el robo de sus libros. El gobierno de Clara Brugada está mucho más preocupada porque en la alcaldía Cuauhtémoc retiraron las estatuas del Che y de Fidel Castro.

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez es periodista y analista, conductor de Todo Personal en ADN40. Escribe la columna Razones en Excélsior y participa en Confidencial de Heraldo Radio, ofreciendo un enfoque profundo sobre política y seguridad.

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