La DEA ofrece hasta 25 millones de dólares por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro. Marco Rubio, secretario de Estado de EU, fue tajante: “Maduro no es presidente; es el líder del Cártel de los Soles”. Washington cataloga dicha organización como un grupo de narcotráfico, y está convencido de que colabora con el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa, ambos también identificados como organizaciones terroristas. Ahora, además, se acusa directamente a Maduro de liderar esta red criminal. Grave, muy grave. Esos grupos trafican drogas hacia Estados Unidos y desestabilizan a la región entera.
Durante el gobierno de Donald Trump se incrementó la recompensa por Maduro de 15 a 25 millones de dólares. Los cargos: narcotráfico, narcoterrorismo, tráfico de cocaína y delitos relacionados con armas. Una acusación que, de concretarse, le significaría pasar muchas vidas en prisión. Si lo atrapan…
Supongo que a Maduro eso le tiene sin cuidado. Tampoco parece importarle que lo llamen dictador: desde 2013 ha consolidado su poder mediante elecciones fraudulentas y represión.
Marco Rubio también afirmó que Maduro “desesperadamente quiere que retiremos esa acusación. Eso es lo que quiere, pero no lo va a conseguir”. El mensaje del gobierno estadounidense es claro: no habrá negociación sobre ese punto. Pero el aviso no va solo para Venezuela. También apunta a sus vecinos, a sus colegas ideológicos y a expresidentes del continente. Todos ellos deberían tomar nota. Es un mensaje directo a las nuevas mafias latinoamericanas, que pronto podrían verse impactadas por la presión estadounidense.
Ese mensaje debiera generar repercusiones sísmicas en nuestro país, particularmente para quienes todavía defienden los “abrazos, no balazos”, y para los que desde el poder permiten al crimen organizado actuar impunemente.
Hay incluso una gobernadora —Marina del Pilar Ávila, de Baja California— a quien Estados Unidos le ha revocado la visa. Se sabe de otros alcaldes que han corrido la misma suerte. Mientras tanto, algunos políticos de la 4T evitan pisar suelo estadounidense. Prefieren vacacionar en Europa, Asia o Sudamérica. Por si acaso.
Aunque, como en todo, hay excepciones. Alfonso Durazo no solo viaja a Estados Unidos: participa activamente en reuniones binacionales del otro lado del Río Bravo.
No sabemos si las fotos y videos de políticos de la 4T —cansados, según Fernández Noroña, por lo “agotador” que es ser político— provienen de ciudadanos que los encontraron por azar y compartieron las imágenes con los medios, si se filtraron por cuestiones internas de “austeridad” (poco probable), o si el gobierno estadounidense los está monitoreando.
Ovidio Guzmán ya es testigo protegido. El Mayo Zambada probablemente lo será pronto. Y en ese concierto a dos voces —pero donde cada quien cantará su propia melodía— saldrá información que podría comprometer a políticos en funciones y a retirados. Algunos de ellos no serán dictadores, como Maduro, pero sí han tenido vínculos con el Cártel de Sinaloa y otras organizaciones criminales.
El mensaje a Maduro no se queda en Venezuela. También está dirigido al expresidente López Obrador y a no pocos morenistas.
Giro de la Perinola
Dos exmandatarios de sus países se separaron de sus esposas. Justin Trudeau lo hizo público. El otro no. Uno está en Palenque; ella, súbdita del rey de España.
A Trudeau se le ve feliz, muy acaramelado con la cantante Katy Perry, comiendo en su país sin esconderse de nadie. ¿Y al otro? ¿Le traerán oporto de Portugal, jamón ibérico de España, prosecco de Italia, matcha de Japón? ¿O estará comiendo tamalitos de chiltepín?