La presidenta Sheinbaum anunció que su gobierno ya demandó al abogado de Ovidio Guzmán, Jeffrey Lichtman, por difamación, pero lo hicieron en México, no en Estados Unidos, y por un delito, la difamación, que no está contemplado en nuestro código penal. Dijo la Presidenta que no debatirá más con el abogado defensor de un narcotraficante, lo cual es muy sensato, aunque la demanda es una forma de darle vida a ese debate, en el que el único que gana es el abogado.
No debería ser subestimado, porque Lichtman sigue ampliando su clientela y con ello su arsenal de información. No sólo es el abogado de El Chapo Guzmán, de su esposa Emma Coronel, de Ovidio y de Joaquín Guzmán López, y de los 17 familiares de Ovidio que se refugiaron en Estados Unidos en mayo, ahora también sabemos que es el defensor de Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, los medios hermanos de Ovidio y Joaquín, que están en libertad y encabezan la fracción de Los Chapitos.
Es una especulación, pero llama mucho la atención que el propio Lichtman informe que ha asumido la defensa de los líderes de los dos Chapitos en libertad. ¿No será que Iván Archivaldo y Jesús Alfredo también están negociando su entrega y colaboración con la justicia estadunidense o preparándose para ello? Sobre todo si, como dicen en Sinaloa, están siendo derrotados por los aliados de Los Mayitos.
Lo cierto es que todos los relacionados con El Chapo que Lichtman ha tomado como casos han terminado aceptando su culpabilidad y negociando acuerdos, como ha hecho otro abogado, Frank Perez, con todos los relacionados con El Mayo Zambada.
Porque ésa es la especialidad de Lichtman, trabajar casos de alto perfil, especialmente en el ámbito del crimen organizado y la defensa penal. Desde el inicio de su carrera, destacó en el manejo de casos complejos, utilizando un estilo muy agresivo y ha demostrado mucha habilidad para negociar con la justicia. El juicio que lo lanzó a la fama fue el de John Gotti Jr., el hijo del famoso jefe de la familia de la mafia Gambino. A pesar de las evidencias en su contra, Lichtman logró que Gotti fuera absuelto, pero se cree que estableció también negociaciones sobre el futuro de su cliente, quien siempre negó haberse convertido en informante y hoy se dedica a ser consultor sobre crimen organizado para productoras cinematográficas.
El estilo de defensa de Lichtman, dicen es su despacho, es conocido por ser directo y sin rodeos, a menudo utilizando tácticas provocadoras para desafiar la narrativa del gobierno. Eso es lo que hizo el viernes pasado con la presidenta Sheinbaum, y ésta cayó en esa trampa.
En su respuesta a la reacción presidencial, Lichtman dijo que daría más información en los próximos días de lo que sabía en relación con el gobierno de México. Y es probable que lo haga porque, además, cuenta con una fuerte plataforma para hacerlo: es un comentarista frecuente, con fuerte presencia en programas de radio y televisión que lo han convertido en un personaje popular en los medios. No veo a ningún portavoz del gobierno mexicano que tenga un acceso similar, entre otras razones porque desde el sexenio pasado hemos abandonado el lobbying en Estados Unidos y nuestros interlocutores, fuera de espacios gubernamentales, son muy escasos, mucho menos en los medios estadunidenses.
Si este escenario es real, si el abogado de la familia Guzmán comienza a litigar en los medios, si divulga información, verídica o no (o muy probablemente con partes de verdad y mentira), si logra conformar una narrativa que los medios y el propio gobierno estadunidense están dispuesto a comprar o lisa y llanamente comparten, la administración de Sheinbaum quedará completamente a la defensiva y con serias posibilidades de ser vulnerada.
La opción ante ello, como hemos dicho ya desde hace semanas, es que se asuma que no se puede seguir defendiendo lo indefendible, que se tiene que avanzar en los que son los verdaderos temas de confrontación con la administración Trump: se debe comenzar a desmantelar la red de complicidad y protección política al crimen organizado en sus distintas vertientes; se debe revisar el comercio y el tráfico de dinero con China; se debe garantizar la seguridad fronteriza (el tema en el que quizás hay mayor avance) y se debe tener una política comercial común, como bloque, con Estados Unidos.
No tiene sentido ir a la reunión de los BRICS ni coquetear con Cuba, pagarle su petróleo y sus médicos, pero tampoco, luego de investigaciones internas muy contundentes, llegar a la conclusión de que no se va a investigar ni a denunciar al senador y exgobernador de Tabasco Adán Augusto López ni a Carlos Merino, su sucesor, por sus nexos con el exsecretario de Seguridad del estado, Hernán Bermúdez Requena, a quien se acusa de ser el jefe del cártel de La Barredora.
Para terminar de documentar nuestro optimismo, como diría Monsiváis, un punto: con la declaratoria de terroristas contra los grupos criminales mexicanos, las autoridades estadunidenses no necesitan exhibir pruebas para actuar contra ellos en cualquier lugar del mundo. Hay que tenerlo presente.