La 4T es un espejo en donde todos -todos- debemos vernos reflejados para analizar nuestra responsabilidad personal en los actuales eventos desastrosos, que la inmensa mayoría de la nación todavía contempla como si asistiera feliz e ilusionada, a un gran encuentro futbolístico hasta estrellarse con la pavorosa realidad.
Nos olvidamos de los marginados sin considerar cómo se multiplicaban ni atender piadosamente las terribles condiciones en las que subsistían sepultados en la ignorancia y en la pobreza. El egoísmo solo nos permitió atender nuestro bienestar, nuestra educación, nuestra felicidad, sin ver por millones de compatriotas que huían rumbo al norte, o perecían en la miseria.
¿Verdad que nunca nos imaginamos que podría llegar al poder un grupo de populistas, en realidad, forajidos decididos a lucrar políticamente con la desesperación material de millones de mexicanos? ¿Verdad que nunca pensamos que una pandilla de atracadores iba a venir a llenar los vacíos dejados por una sociedad avara y acaparadora, que no solo no se ocupó de la educación ni de las limitaciones materiales de los marginados, sino que se abstuvo de ejercer la política en congresos y entidades federativas, una participación ciudadana obligatoria en el futuro de México, con la cual se hubiera podido construir una auténtica democracia con el debido Estado de Derecho, en lugar de patrocinar, por décadas, una “Dictadura Perfecta” controlada por un solo partido, encantado de gobernar en el contexto de una sociedad cerrada en la que se daba cabida a todo género de abusos? ¿Hasta la fecha creemos que al pueblo bueno nunca se le va a agotar la paciencia?
La devastadora 4T debe entenderse como una purga abundante requerida por nuestro país para tratar de sanar al aparato social podrido por el egoísmo, la avaricia y la ausencia de participación colectiva en el diseño del país con el que todos soñamos. La purga nos debe hacer reaccionar para sentar las bases de una sólida democracia que detone el desarrollo económico. La purga vomitiva debe promover la incorporación de millones de mexicanos a un auténtico nivel de bienestar que solo se logrará si las mayorías tomamos las riendas de la nación, sin dejarlas, de nueva cuenta, en manos de un solo partido que imponga un futuro indeseable sin que nadie pueda impedirlo.
Después de tragar la repugnante purga y curar al organismo social, con la mente clara, después del tremendo aprendizaje, votemos en las próximas elecciones intermedias para eliminar del tejido nacional hasta la última bacteria tóxica morenista. Será la hora. Recuperemos México antes de que sea demasiado tarde, a todos nos incumbe…
