“Ese hombre se va a fugar”, me dijo una fuente oficial sobre Zhi Dong Zhang unos días antes de que se fugara. En el gobierno estaban indignados por una decisión polémica que había tomado el juez Juan José Hernández Leyva, del Reclusorio Sur. Este juez decidió otorgar a Zhang arresto domiciliario con un brazalete electrónico. Poco después, Zhang se fugó de la casa donde debía cumplir el arresto. Ahora, autoridades de EU y México creen que Zhang ya puede estar de regreso en China, donde es parte, según las acusaciones, de una red transnacional para fabricar y exportar fentanilo al mercado estadounidense.

Tuve acceso a un documento que elaboró el gobierno mexicano para informar a EU sobre la decisión del juez y el riesgo de fuga. En este, dice que la medida de arresto domiciliario fue “irregular” y que contraviene los esfuerzos del gobierno mexicano para extraditar a Zhang a EU.

Las autoridades sabían que la casa donde Zhang estaría recluido en México, con el brazalete electrónico, “no tenía las mínimas condiciones de seguridad y representaba un riesgo de fuga”, pero no lograron convencer al juez de que mantuviera retenido al ciudadano chino.

Fuentes federales me aseguraron que el mismo juez había dado la misma medida a Andrew Clark, un ciudadano canadiense acusado de colaborar con traficantes, y que fue finalmente expulsado de México como parte de los 29 prisioneros que México entregó a EU a principios de este año, incluido Rafael Caro Quintero. Ahora, el gobierno mexicano busca que se investigue al juez que impuso las medidas a Clark y Zhang.

Según las investigaciones preliminares sobre Zhang, él habría trabajado con los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación. Su papel sería como un “intermediario en la logística global” para transportar y distribuir cocaína, fentanilo y metanfetaminas desde China, vía México, hacia EU y otros mercados, como Europa.

En octubre, el gobierno mexicano detuvo a Zhang en Santa Fe. Se le acusaba de asociación delictuosa, delitos de narcotráfico y lavado de dinero. La detención era para extraditarlo a Estados Unidos, donde consideran a Zhang un “jugador clave” en el trasiego de fentanilo. “La fuga de Zhang podría significar una complicación en las relaciones bilaterales entre México y EU”, me dijo una fuente oficial en México.

Unos días después de la fuga, me comuniqué con la misma fuente que me había dicho que podría ocurrir. Le pregunté más detalles de por qué creía que hubo mucho riesgo. Me dijo que el juez Hernández Leyva había aceptado que Zhang presentara documentos con otro nombre distinto al suyo, desechó peticiones de la Fiscalía federal y omitió que se presentara una Unidad de Seguimiento y Supervisión de Medidas Cautelares.

El apellido Zhang es uno de los más comunes en China y ha aparecido en los últimos años varias veces en investigaciones federales en EU de casos de narcotráfico, especialmente de fentanilo, que involucran a México. Las autoridades de EU han logrado mapear cómo empresas de China, especialmente de zonas cercanas a Shanghái y Wuhan, han montado negocios legales y venden por internet precursores químicos a compradores de México, que reciben la mercancía vía el puerto de Lázaro Cárdenas, por paquetería. En otros casos, los precursores viajan a EU o Canadá, de ahí los trasladan ilegalmente a México, donde son procesados para hacer fentanilo, y una vez convertidos en pastillas, se mueven de nuevo a distintas ciudades del gran mercado de consumo estadounidense.

En 2018, por ejemplo, la Oficina de Control de Activos Extranjeros de EU publicó que existía una red con base en Hong Kong, administrada por cinco ciudadanos chinos, de apellido Zhang, que enviaban precursores chinos a América. En los últimos tres años, varios casos judiciales en EU han revelado el tamaño de la red y sus vínculos con México para la importación, producción de fentanilo y el trasiego hacia EU. Una parte importante en esa red es el lavado de las ganancias de esos crímenes y, me dijeron fuentes oficiales, por eso Zhang era clave en este caso.

Los criminales están usando menos el sistema bancario y más las criptomonedas y otros métodos, como compra de celulares y remesas, para lavar el dinero. Zhang significaba una puerta para entender cómo se movían los millonarios recursos del narco y sus puertas oficiales desde China y dentro de México.

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