La 4T produjo uno de sus ejercicios propagandísticos más exitosos a partir de las declaraciones de criminales mexicanos convertidos por la justicia de Estados Unidos en testigos colaboradores. Nunca se presentó una prueba contra Genaro García Luna, bastaron los relatos de los criminales para convencer a un jurado de aquel país y para que un juez lo mandara a pudrirse en la cárcel, y los gobiernos de la 4T despedazaran al “policía de Calderón” con una crueldad política propia de las malas causas. El péndulo osciló y ayer el abogado de Ovidio Guzmán, Jeffrey Lichtman, le aplicó la fórmula a la presidenta Sheinbaum después de la audiencia de su defendido. “El pueblo mexicano y yo mismo sabemos que actúa más como el brazo de relaciones públicas de una organización narcotraficante que como la líder honesta que merece el pueblo mexicano”, expresó. Y remató: “Tendré más que decir al respecto en breve”. ¿Hay sustento en la afirmación de Lichtman? Seguramente no, pero qué importa. Ovidio (y otros) colaboran ya con las autoridades americanas y lo que le ordenen que diga tendrá valor procesal, impacto en México y quizá un día consecuencias penales contra algunos de los señalados que se descuiden. Así es este juego. El juego del que la 4T se sirvió con sevicia al ir construyendo su segundo piso. Uno en el que se dispara a la cabeza del otro sin pruebas ni misericordia. El Juego García Luna, llamémoslo.

Ciro Gómez Leyva

Ciro Gómez Leyva es periodista y escritor, reconocido con premios como el Rodolfo Walsh y el Nacional de Locución. Conduce Ciro por la Mañana en Radio Fórmula y es autor de la columna 365 días, consolidándose como una de las voces más influyentes del periodismo mexicano.

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