Nos cuentan que un mes después del revés electoral de Morena en Durango, donde ni los guindas saben todavía bien a bien qué paso, sigue como el principal damnificado el secretario de Organización de ese partido, Andrés Manuel López Beltrán. Desde que el joven secretario de Morena hizo declaraciones públicas en un podcast del partido en el que pidió que no le digan “Andy”, como le dicen todos, simplemente no ha reaparecido en la escena pública. Más allá de que dentro del partido hubo reclamos y la responsabilidad se le adjudicó a él, la pregunta que ahora se hacen es ¿dónde anda Andy?
Pasó de noche el séptimo aniversario del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, que según la mitología morenista marca el inicio de la era de la llamada 4T. Nos cuentan que hace algunos meses legisladores morenistas empezaron a planear un festejo para el expresidente, pero se quedaron en el aire esas intenciones. Según legisladores de la oposición, las investigaciones del gobierno de Estados Unidos que han tocado a sus colaboradores obligaron a olvidar la conmemoración, pero según los guindas, simplemente al propio tabasqueño no le parecía adecuado ser el centro de una fiesta en el primer año del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Sea cual sea la razón, no hubo celebración.
Otro expresidente que ha figurado en la agenda informativa por asuntos ocurridos durante su mandato es Enrique Peña Nieto. Primero fueron los señalamientos de los empresarios Weinberg, socios de Genaro García Luna, sobre presuntos sobornos para el otorgamiento de contratos del área de seguridad. Ahora, desde Israel llegó una nueva acusación, a partir de una disputa entre dos empresarios de aquel país que afirman haber “invertido” 25 millones de dólares para que se concretaran contratos del sistema Pegasus. Si bien esta última información se basa en un “arbitraje” secreto acorde con leyes de la Torá, lo que dificulta la documentación de lo denunciado, lo cierto es que el nombre del exmandatario sigue asomando en temas de presuntos cobros para agilizar contratos.
Nos cuentan que la visita exprés de la presidenta Claudia Sheinbaum a San Luis Potosí dejó ver que la relación con el gobernador Ricardo Gallardo, del Partido Verde, es institucional, pero no cercana. Aunque el mandatario estatal desplegó toda la cortesía para recibirla, la Presidenta mantuvo la cortesía mínima, sin devolver elogios ni apapachos políticos. Nos hacen ver que el episodio de la iniciativa contra el nepotismo, planteada para entrar en vigor en 2027, pero que se aprobó para que tenga efectos a partir de 2030, influyó en que la relación se enfriara. Así, mientras en otros estados la Presidenta se deja arropar por los gobernadores aliados, en tierras potosinas la relación seguirá, nos dicen, en esos términos.