Para operar bajo sus reglas, la presidenta Claudia Sheinbaum está desempolvando aquella vieja máxima política muy mexicana que dice: “A mis amigos, el favor; a mis enemigos, la Ley”.
Cuestión de asomarse a la Mañanera para ver que la inquilina de Palacio Nacional está empleando dos diferentes raseros para medir sus declaraciones cuando de presuntos ilícitos se trata.
Uno es el que viene dejando en evidencia al no tocar al senador morenista Adán Augusto López, quien enfrenta un alud de cuestionamientos sobre las actividades ilícitas, incluso criminales, de su amigo y subalterno Hernán Bermúdez Requena, a quien lo hizo su Secretario de Seguridad Pública, cuando el ahora líder de la Cámara Alta, era gobernador de Tabasco.
A pesar de que, el ahora prófugo, tiene una alerta de la Interpol y acumula decenas de denuncias con evidencias contundentes sobre sus vínculos con el crimen organizado -en particular con el Cártel Jalisco Nueva Generación- la presidenta Claudia Sheinbaum no se atreve a cuestionarlo porque no se le vaya a molestar su pastor morenista y viejo rival en la carrera presidencial. Y mucho menos, vaya a enfurecer a su antecesor, el también tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.
En sus declaraciones, la mandataria le saca la vuelta a cualquier insinuación sobre posible culpabilidad, le deja la responsabilidad a la Fiscalía General de la República y adopta el muy foxista argumento de: “¿Y yo por qué?”. Ella jura y perjura que nada quedará impune, que se irá hasta el fondo, pero, hasta ahora, sólo ‘nada de muertito’ en la superficie de las denuncias fangosas que involucran seguridad, huachicol, cárteles, casinos y multimillonarios negocios familiares.
Otra es la historia de la presidenta Claudia Sheinbaum en sus pronunciamientos mañaneros con los ciudadanos civiles que son críticos del gobierno de la Cuarta Transformación, con los hombres del capital que disputan impuestos al insaciable Fisco con batallas legales en los tribunales, sin que hasta hoy se haya dictado desde ese Poder Judicial la última palabra.
Para muestra, ahí está -entre muchos- el caso de Ricardo Salinas Pliego, el presidente de TV Azteca, Banco Azteca y Elektra, a quien se le pretende fincar un pago fiscal con multas y recargos por 73 mil millones de pesos. El caso está todavía pendiente de sentencia en los más altos tribunales judiciales, por lo que hay que esperar el veredicto, sea el que sea. Pero la presidenta Claudia Sheinbaum, a diferencia del trato que le dispensa a Adán Augusto López, no tiene la paciencia de esperar el fallo. Ella, desde el púlpito que le heredó su evangélico antecesor, ya ordenó a jueces, magistrados y ministros de la Corte, que fallen contra el empresario. Se instaló como la Jefa Suprema no sólo del Ejecutivo, no sólo del Legislativo, sino también del Poder Judicial. ¿Alguien se va a atrever a darle la contra?
Si colocamos lado a lado los dos casos -el de Adán Augusto López y el de Ricardo Salinas Pliego- no hay duda de que el que acumula evidencias contundentes en su contra es el del político que regala jirafas a sus colegas senadoras. De la conversión de Tabasco en un nuevo epicentro del “narco estado” mexicano y de los favores que como gobernador le dispensó a su subalterno -y potencial cómplice o fachada de sus negocios- no existen dudas. Eso de que la Fiscalía General de la República está en proceso de investigación es sólo para comprar tiempo, para patear el bote. La búsqueda del prófugo está ya a nivel internacional, sólo México lo continúa investigando.
En el caso de Ricardo Salinas Pliego están claros dos mensajes. Uno, que quienquiera que se atreva a cuestionar al gobierno de la Cuarta Transformación será perseguido con todo el rigor de la Ley de Herodes. O te me hincas o te jodes. La crítica no tiene espacio para quienes -de acuerdo a los “cuatroteros”- gozan de privilegios económicos. Y el segundo mensaje es para todos los dueños de corporaciones. Aquí se alinean con lo que les marque la Secretaria de Hacienda o verán las consecuencias, en vivo y a todo color, con declaraciones presidenciales en el templete mañanero de los ricos y famosos.
En pocas palabras, de quien sobran evidencias -como Adán Augusto- hay que protegerlo porque es de mi partido. Y de quien todavía el proceso está pendiente de sentencia -como Ricardo Salinas Pliego- ya no se molesten, señores jueces o señores ministros. Yo -la inquilina de Palacio Nacional- ya di mi última palabra y esa es sentencia sin discusión. Una abierta y flagrante violación a los derechos humanos de cualquier ciudadano.
El problema para la presidenta Claudia Sheinbaum es que, desde su círculo más íntimo -no el que le heredó su antecesor- ya se perdió la confianza en el líder del Senado que está clamando a gritos su relevo, porque su calidad moral -si algún día la tuvo- no da para más. Y menos dará cuando vengan desde Washington los nombres de los políticos que solaparon, e incluso, se coludieron con los mayores cárteles de la droga en México.
Quizás, por ello, la presidenta Claudia Sheinbaum salió en su mañanera de ayer a desconocer al líder de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal. El pecado del legislador zacatecano fue haberse tomado unos días de vacaciones para ir a España con su familia y con sus amigos. ¿Cuál es el delito? Que no fue al cónclave de Morena el pasado fin de semana en el que se arropó a Adán Augusto López con cantos reverenciales de “¡No estás solo! ¡No estás solo!”.
Y la pregunta obligada. ¿Por qué ese mismo extrañamiento por la ausencia de Ricardo Monreal no lo hizo la presidenta Claudia Sheinbaum contra Andy López Beltrán, quien en su calidad de Secretario de Organización de Morena, tenía más obligación de hacerse presente y haber pospuesto sus vacaciones a Tokio? Ah, es que Ricardo Monreal no se apellida López. Ese apellido, combinado con el sello de Tabasco, clama impunidad.
Y de nuevo, a los amigos el favor del silencio -sin crítica- y a los adversarios el látigo de mi desprecio, mi censura y mi persecución. Lo único que queda claro en esta guerra civil dentro de las filas de Morena, es que sobran quiénes le aconsejan a la presidenta Claudia Sheinbaum cambiar de coordinadores en el Senado y en la Cámara de Diputados. A ver si se lo autorizan en Palenque.
Por lo pronto dicen que, a pesar de todas las defensas a su favor, Adán Augusto López no duerme. Y que para conciliar el sueño no le queda más que contar no borreguitos, sino jirafas, saltándose las cercas. Como él se las ha brincado tantas veces.
VaVamo Sr Garza ¿el único delito de monreal fué el no asistir a la reunión de su partido?