AHORA que Morena busca terminar con la autonomía en las Fiscalías de Justicia, hay quienes consideran que es sólo el último clavo en el ataúd de una reforma que nació muerta.
LA MAYORÍA de los fiscales estatales llegaron al cargo como procuradores nombrados por gobernadores que después fueron ratificados.
VARIOS de ellos, como en Guerrero y Morelos, fueron “renunciados” tras la llegada de nuevos gobernadores que colocaron en su lugar a fiscales carnales.
LLAMA la atención que ahora se quiera sepultar un modelo impulsado por una lucha de décadas desde la sociedad civil y en la que participaron muchos que hoy están en el gobierno federal.
PORQUE sobran los morenistas que pueden relatar cómo fueron víctimas de decisiones supuestamente jurídicas pero aplicadas por encargo político de gobernadores o presidentes.
Y TAMBIÉN hay muchos ex priistas, ahora convertidos a la 4T, que saben muy bien cómo se operaban esas vendettas desde procuradurías o fiscalías a modo.
MUCHO REVUELO han causado los nombramientos de nuevos cónsules, sobre todo, ante la vieja tradición de premiar a políticos con cargos diplomáticos.
ES EL CASO de varios ex gobernadores priistas que apoyaron a la 4T y ahora despachan en embajadas y consulados, como el hidalguense Omar Fayad, que se fue a Noruega, o la sonorense Claudia Pavlovich, que está en Barcelona, o como hace años cuando al panista Gabriel Jiménez Remus lo mandaron a Madrid.
DE AHÍ que llama la atención que de los 17 nuevos representantes consulares que se están definiendo en estos días, nueve sean diplomáticos de carrera. Algo es algo, pues.
DOBLE contra sencillo a que el juego favorito de Donald Trump es el yo-yo.
EL INQUILINO de la Casa Blanca desacreditó el acercamiento de naciones europeas con Irán para tratar de lograr un cese al fuego con Israel y dejó claro que está convencido de que él es el único capaz de desactivar ese conflicto.
Y CON eso de que Pakistán lo nominó oficialmente para el Premio Nobel de la Paz por su intervención en los recientes enfrentamientos con India, a ver si Trump no empieza a pedir que le llamen: “The Peacemaker”.