¿En serio? Basta que uno pida que no le digan de una forma para que todo el mundo le diga… de esa forma.

En el podcast “La Moreniza”, conducido por Luisa María Alcalde, Andy López Beltrán, secretario de Organización de Morena, dijo que no le gusta que le digan Andy y señaló que en Durango “nunca me llamaron por mi nombre porque les da miedo, y saben lo que representa el nombre y el legado de López Obrador”. Qué raro… llevamos más de seis años llamándolo Andy, ¿y ahora resulta que le molesta?

Mejor les digo qué está pasando: Andy hará cualquier cosa para desviar la atención de la serie de errores que hizo como dirigente de Morena, al perder en Durango, así como muchos cientos de miles de votos en Veracruz.

La verdad es que perdieron la ciudad de Durango debido a que utilizaron el cascajo del viejo PRI. López Beltrán ignoró al electorado cuando le advirtieron los morenistas de Durango sobre priistas como Benítez.

Porque Andy podrá decir que las elecciones fueron un “fraude”, pero es imposible cuando su candidato quedó en un lejano tercer lugar. Más de 25 puntos del primer lugar. Lo mismo: tampoco puede decir que se trata de una elección de Estado solo porque perdió su partido.

Debe aprender a que se puede ganar o perder y si bien es cierto que a su padre siempre le resultó la perorata sobre el perdedor, desde el puesto que Andy tiene y la fuerza que tiene el partido en toda la República; su queja resultó de un junior, de un chico consentido quien pensó que tan solo por ser hijo de “Andrés Manuel”, ganaría sin mayores aspavientos.

Porque más allá de lo que se opine de AMLO, debemos aceptar que tiene carisma y talento para operar elecciones; ambas características que no comparte su vástago.

No deja de ser decadente que se enoje porque no le dicen Andrés Manuel. Que se lo gane. Porque de otra manera, siempre será “Andy”, el junior, el que le dieron todo. Se enoja porque no tiene más trayectoria que el nombre de un político que juró no meter a la familia a la política y porque heredó el partido a su hijo, únicamente por el hecho de ser su hijo.

Porque más allá del partido, pareciera que todo queda en las familias de Morena y a todos los que han trabajado durante años por alcanzar una nueva oportunidad, descubren que no, que quienes escalan son una élite, encabezada esta por los juniors.

Durante muchos años, los morenistas dijeron que Andy era la cabeza política y de movilización en Morena. Lo presumieron, es más. Pues bien, ahora asúmanlo y asuman también que, en el poco tiempo que lleva en la dirigencia del partido de su padre, ha demostrado que más que operador, se ha convertido en un reyezuelo. Como esos mirreyes de la política que tanto criticó su padre.

Quiere usar de parapeto el nombre, porque no tiene más trayectoria que eso, que su nombre, el nombre de un político con mentalidad setentera.

Para Andy ser llamado Andy como apodo le quita legado. ¡Pues venga ya!, sería bueno que alguien le recuerde que el legado desaparece si los hijos lo destruyen o se regodean en el mismo sin hacer nada. Un legado no se sostiene sobre el nombre, se sostiene sobre el trabajo. No es el nombre; es la actitud, es lo realizado.

Ahora que si para Andy el legado es la enseñanza de políticas retrógradas, enojos sin razón, incrementar la deuda del país en más del 60%, se puede entender por qué solo piensa en el “legado” como el nombre.

Aunque lo que parece es que ya entendió la importancia de que le empiecen a llamar como a su papá. Total, el uso de la “marca” de “Andrés Manuel López” sigue teniendo un determinado peso en nuestro país, por lo que Andy es y seguirá siendo el juniorsazo del bienestar mientras esté por aquí y no se le ocurra ir a Estados Unidos.

Giro de la Perinola

(1) “… mi más grande orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país…”. ¡Cuidado de decirlo! Para algunos el mejor presidente del país definitivamente no ha sido AMLO sino Ernesto Zedillo, para otros Felipe Calderón y en este sexenio muchos dirán que es Claudia.

(2) Conste que solo toqué el tema de Andy y no el legado de un país incendiado, quebrado, destruido y desprovisto de una división de poderes. Tampoco mencioné las corruptelas de Andy y sus amigos en diversas dependencias y agendas gubernamentales en el sexenio pasado.

(3) No soy morenista ni de la 4t, pero queda claro que mientras mayor número de priistaspanistas y demás runflas de otros partidos se integren al régimen y a Morena, y estos sean premiados, tarde o temprano las verdaderos morenistas se los cobrarán.

Verónica Malo Guzmán

Verónica Malo Guzmán es politóloga, consultora política y columnista de opinión. Miembro de International Women’s Forum, destaca por su análisis crítico y su experiencia en temas de política y sociedad.

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