El crimen organizado en México ha intensificado el reclutamiento de exmilitares extranjeros de élite, con el objetivo de mantener su competitividad operativa y violenta frente a otros grupos y frente a las fuerzas de seguridad del Estado. Así lo confirman detenciones recientes y análisis de especialistas, que destacan un crecimiento sostenido en esta práctica desde hace al menos seis años.
Dos exmilitares colombianos fueron capturados el pasado 19 de mayo en Michoacán, durante una operación federal contra una célula del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), liderada por Abraham Jesús Ambriz Cano, alias El Yogurt. En el mismo operativo fueron abatidos 12 presuntos sicarios y detenidos nueve más.
Una revisión de casos hecha por EL UNIVERSAL revela que los cárteles mexicanos han reclutado a extranjeros de Colombia, Guatemala, Ucrania, Israel, Holanda y Rusia, quienes aportan entrenamiento militar, tácticas de combate y conocimientos en el uso de explosivos, drones y armamento de alto poder.
Especialistas como Armando Rodríguez Luna y Luis Leal advierten que estos perfiles son altamente codiciados, debido a su experiencia en combate y su capacidad para operar armas que superan en letalidad al armamento convencional. El objetivo, señalan, es ser “creíblemente amenazantes” tanto para rivales como para el Estado.
Desde 2005, exkaibiles guatemaltecos —fuerzas especiales del Ejército de ese país— han sido documentados colaborando con organizaciones delictivas en México, entre ellas Los Zetas, entonces brazo armado del Cártel del Golfo. Se estima que recibían hasta 5 mil dólares por adiestrar a sicarios.
En el caso del CJNG, la preferencia es por exmilitares colombianos y guatemaltecos por su entrenamiento en el uso de explosivos caseros y armamento pesado, como los rifles Barret. Por su parte, el Cártel de Sinaloa ha incorporado a figuras como Marco Ebben, “El holandés”, y Jorge Humberto Figueroa Benítez, El Perris, quienes se especializan en técnicas de precisión e inteligencia, con menor énfasis en la violencia directa.
El incremento del acceso a armas, explosivos y minas, incluso de grado militar, ha facilitado esta estrategia. Según Rodríguez Luna, las empresas fabricantes han respondido a una creciente demanda ilegal, abriendo la posibilidad a que estos recursos lleguen a manos del crimen organizado.
En febrero pasado, el sacerdote Gregorio López afirmó que al menos 300 agentes extranjeros operan en Buenavista, Michoacán, coordinando actividades criminales en la región. Esta versión no ha sido confirmada por autoridades, pero coincide con el patrón de profesionalización del crimen organizado.
En masacres como la de San Fernando, Tamaulipas, en 2010, en la que murieron 72 migrantes, se identificaron métodos de tortura propios de entrenamientos de élite, como los utilizados por los Kaibiles, según investigaciones periodísticas.
Finalmente, la morfología física también se considera un criterio en la selección de sicarios extranjeros, ya que el manejo de armas como los rifles Barret requiere una complexión específica que no siempre es común entre los operadores mexicanos, lo que incrementa la demanda de extranjeros con ese perfil.