Una minirrefinería asegurada el pasado 18 de junio en Coatzacoalcos, Veracruz, generaba ganancias automáticas al crimen organizado mediante la refinación ilegal de combustibles, según estimaciones de especialistas en química e ingeniería. El laboratorio clandestino operaba con entre cinco y diez personas en turnos nocturnos y de madrugada para evitar ser detectados.
De acuerdo con el doctor Jorge Cárdenas, maestro en Ciencias Químicas por la UNAM, el funcionamiento de estas instalaciones puede ser realizado por personal técnico entrenado, bajo la dirección inicial de un ingeniero químico. “No es la refinería de Dos Bocas”, advirtió, al señalar que el combustible obtenido tendría alrededor de 50 octanos, lo que lo hace inservible sin aditivos.
La planta habría operado por más de cuatro años y, según cálculos de ingenieros civiles, la construcción e instalación de la estructura implicó una inversión de hasta cinco millones de dólares. Las hipótesis sobre la obtención del crudo apuntan a perforaciones ilegales en ductos o descargas directas desde buques en puertos cercanos.
Los especialistas indicaron que el producto obtenido se mezclaba con componentes químicos para elevar su calidad y valor de mercado. Un galón de gasolina robada, que podría costar 13 pesos, se revendía hasta 30% más caro tras ser procesado.
El doctor Gabriel Vera, investigador en Ciencias Químicas, explicó que una minirrefinería puede instalarse en una semana si se cuenta con el conocimiento técnico, y que las pruebas de operación incluyen el manejo de presión y la revisión de ductos. En este caso, la operación habría sido dirigida por personas capacitadas, posiblemente excolaboradores de Pemex, según consideró Alejandro Lares, presidente de la Asociación de Egresados de la Academia Nacional del FBI Grupo México.
Lares agregó que las células delictivas emplean personal con conocimientos especializados para realizar las perforaciones en los ductos de Pemex, utilizando herramientas sencillas pero con precisión, para evitar explosiones. El proceso, detalló, implica la instalación de llaves de paso que permiten extraer el combustible directamente cuando hay presión en las tuberías.
Expertos consultados compararon este tipo de actividades con las prácticas clandestinas vistas en países como Nigeria, donde la refinación pirata es común.