Ya no vivimos en un país, vivimos en una historieta. México es Ciudad Gótica sin Batman, el Marvel sin los Vengadores. Aquí, los villanos no usan capa, usan fuero. No lanzan rayos por las manos, lanzan leyes mordaza, amenazas y denuncias por tuitear. Y mientras los supervillanos crecen como plaga, los superhéroes escasean como agua en presa sonorense.
Frente a esa tragicomedia de ladrones con investidura, lo que México necesita con urgencia no es un hombre con traje y capa, sino líderes. Pero de verdad. Gente con vocación, con sentido del deber.
Líderes que no estén pensando en la próxima elección sino en el país que se les cae a pedazos entre las manos.
Por eso no sorprende que Omar García Harfuch goce de respeto generalizado. En un país donde todos se hacen pedazos, él parece entender por dónde va la cosa. Tiene autoridad, firmeza y sí, el perfil de héroe trágico que al mexicano tanto le gusta.
Pero si Harfuch es Batman, entonces Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan, es un vaquero salido de una película de Clint Eastwood: seco, rudo, sin rodeos y con la pistola lista.
Ayer vi la entrevista que Adela Micha le hizo a Manzo. Y no me sorprendió lo que dijo, porque el tipo es lo que aparenta: un político de los priistas de antes, echado pa’lante, de esos que ya no se fabrican.
Lo que sí me sorprendió, y mucho, fueron los comentarios en el video: puro elogio. Ni un insulto, ni una crítica. Solo oraciones, buenos deseos y hasta peticiones para que se lance a la presidencia.
Si esto fuera encuesta, ya lo ponían en Palacio mañana mismo.
Pero esto no es nuevo.
El mexicano es adicto a los caudillos.
Le gusta el líder bravo pero con corazón. El tipo que agarra la metralleta pero da abrazos a las doñas. Manzo es eso: el superhéroe que el ciudadano quiere en un país donde el narco ya tiene ejército y los gobiernos, excusas.
El alcalde ha dado la orden de “abatir delincuentes armados”, ha expuesto campos de entrenamiento narco-paramilitar y hasta ha pedido apoyo directo a Sheinbaum y a Harfuch para que no lo dejen solo en la guerra que vive Uruapan.
Hoy nos gobierna gente débil, cobarde, malvada y además ridícula. El estereotipo del villano de caricatura, pero sin el carisma.
¿Y la respuesta oficial ante lo que pasa en Michoacán? Negarlo. Negar los paramilitares, negar la guerra, negar que ya perdieron el control.
Pero la vida no es un cómic.
El México del 2025 como una película de Mad Max. Con toques de Game of Thrones, pero sin dragones y con mucho levantón. Un país en guerra, con más muertos que Irán o Ucrania, y una clase política que se sigue tomando viajes a Europa para hablar de Palestina.
Y ahí es donde los caudillos van a tomar el poder.
El propio Manzo lo dijo claro: si él no salía con todo, la gente va a terminar levantándose en armas.
Cuando el Estado no protege, el ciudadano se defiende. Y entonces sí, agárrense.
Seguramente veremos más pistoleros y más justicieros. Porque en la política, como en el mercado, la demanda ya está ahí. Solo falta que llegue la oferta. Y parece que está por llegar.