Ya tenemos nueva presidenta de la Suprema Corte. Se llama Claudia Sheinbaum Pardo. No fue necesaria una Elección Judicial ni esperar al primero de septiembre para que el mixteco Hugo Aguilar debutara como presidente del máximo tribunal de la justicia de México. Hoy se confirmó que el Poder Judicial se manejará a cielo abierto, sin pudor, desde la oficina presidencial en Palacio Nacional.

Sin decoro, burda e ilegalmente, la presidenta Claudia Sheinbaum dio el pasado viernes línea al Poder Judicial para que se fallaran litigios judiciales en contra del empresario Ricardo Salinas Pliego. Al diablo con la “separación de poderes” o traducido al lenguaje lopezobradorista, “no me salgan con que la Ley es la Ley”.

Al margen de que son disputas fiscales añejas en torno al pago de impuestos de las empresas del Grupo Salinas, lo que tiene irritada a la inquilina de Palacio Nacional es que los medios de comunicación de Salinas Pliego se declararon en abierta oposición a la manipulada elección del Poder Judicial. Y ahora, lo quieren acallar con una orden dictada “desde arriba”, en plena conferencia mañanera. La presidenta Claudia Sheinbaum ni las formas guardó.

Pero para entender el agrio conflicto, hagamos historia. La disputa fiscal de las empresas de Ricardo Salinas Pliego no es nueva. Viene de sexenios panistas y priistas. Desde Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Se trata de debates sobre elusiones fiscales -no evasiones- que como en cualquier nación pueden existir y son litigables. Son lagunas que existen en infinidad de legislaciones y que permiten asumir ventaja, mientras no se legisle en contra.

Con la llegada en 2018 de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia se recrudeció el desencuentro con el que el gobierno de la 4T pretendía que el empresario pagara cuatro o cinco tantos de lo que le correspondía liquidarle al SAT, cifra que se infló acusando presuntas multas y recargos. El litigio continuó durante todo el sexenio.

Amigo e impulsor inicial del candidato Andrés Manuel López Obrador, el presidente del Grupo Salinas tenía una buena relación con quien fue electo mandatario. De hecho, Ricardo Salinas Pliego era integrante de su equipo empresarial asesor. Y desde esa posición se acercó al presidente para explicarle lo que era justo pagar y lo que era un abuso recaudatorio. El inquilino de Palacio Nacional y el empresario habrían alcanzado un acuerdo sobre el monto justo. Pero cuando  los ejecutivos del Grupo Salinas acudieron con el cheque a liquidar el adeudo al SAT les desconocieron el acuerdo presidencial y les elevaron la cifra. Después de otras tantas discusiones con el presidente y con Hacienda se acordó cumplir con ese pago, sólo para que cuando acudieron de nuevo al SAT a liquidarlo, volvieron a desconocer el acuerdo. Y ahí se inició la batalla que hoy tiene a Ricardo Salinas Pliego como el villano fiscal favorito del Segundo Piso de la Cuarta Transformación.

El caso del Grupo Salinas, al que se le pretenden fincar créditos fiscales por 73 mil millones de pesos, no es el único en las altas esferas corporativas. Hay decenas de disputas fiscales en proceso, en las distintas instancias judiciales, eso es normal en todos los países. Pero el caso de Ricardo Salinas Pliego es emblemático y estratégico.

La presidenta Claudia Sheinbaum quiere exhibir y someter a un crítico del sistema que hasta hace un par de años era simpatizante de la 4T, pero que dados los pobres resultados del gobierno morenista terminó no sólo desilusionado -como muchísimos otros- de un Andrés Manuel López Obrador hipócrita, mentiroso, manipulador y corrupto. El llamado “Tío Richie” acabó confrontándolo, cuestionándolo de frente, no sólo en los noticieros de TV Azteca y ADN 40, sino en sus mismas redes sociales personales en las que tiene millones de seguidores. Unos lo admiran y lo aplauden; otros que lo censuran. Pero no hay duda de que sus puntos de vista son escuchados y dominan en las mesas del debate nacional.

El caso se vuelve emblemático, porque frente a la pobreza de la mal llamada Oposición, Ricardo Salinas Pliego se está instalando -aunque él no lo quiera ni sea su intención- como una alternativa de liderazgo rumbo al 2030. Y eso no lo puede tolerar la presidenta Claudia Sheinbaum ni su senséi Andrés Manuel López Obrador, quienes tienen a Andy López Beltrán como su delfín. Y aunque una y otra vez, el presidente del Grupo Salinas lo niegue, van creciendo las voces que lo identifican como una de las muy escasas opciones para disputar la crucial próxima elección presidencial. Y eso crecerá cuando vengan los ajustes de cuentas con Estados Unidos.

Se intentaría repetir el efecto de Silvio Berlusconi, el dueño de medios de comunicación y tercer capital más grande de Italia, quien presidió en dos ocasiones el gobierno de lo que entonces era una emproblemada nación. Lo hizo creando una nueva oposición a la que denominó Forza Italia, que dominó los primeros 15 años del siglo XXI.

La presidenta Claudia Sheinbaum tiene la consigna de mantener a raya a la Oposición. Asómense al PRI, al PAN, a Movimiento Ciudadano, para confirmar una de dos opciones: sus líderes están secuestrados por sus pecados del pasado, documentados por  la UIF y el SAT, o de plano ya despachan de la mano con el gobierno al que tendrían que enfrentar. No quieren problemas. Frente a esa cruda realidad, de una Oposición fantasma o comparsa, los escasos  personajes que cuestionan, como los Ricardo -Anaya y Salinas Pliego- se levantan como voces en el desierto que desafían la autocracia de Morena.

Por eso, la consigna es acabar con el presidente del ‘Grupo Elektra’ y no sólo llevarlo a la quiebra, exigiendo cobros fiscales desproporcionados, sino imponerle una persecución política que lo aleje de cualquier aspiración para luchar por el Palacio Nacional.

De ese tamaño es el miedo. Tan grande, que la presidenta Claudia Sheinbaum pierde todo pudor para dictar, desde Palacio Nacional, una consigna judicial, sin esperar a que el Caso Salinas Pliego sea cosa juzgada. Que se vea el empresariado en el espejo del presidente del ‘Grupo Elektra’. Hoy por ti, mañana por mí.

Ramón Alberto Garza

Ramón Alberto Garza García es un periodista mexicano, actual editorialista del sitio Código Magenta. Garza fundó el periódico Reporte Índigo, fungió como vicepresidente de Televisa y presidente de Editorial Televisa y director editorial de los diarios Reforma y El Universal.​

Una respuesta a “La ‘nueva Corte’ y el Caso Salinas”

  1. Para variar, otro excelente texto, detallado y analítico, es bueno dar a conocer las intenciones de este gobierno corrupto, que empiecen desde temprano a sentir miedo, los llevaremos al pavor, buscando que la gente vea su ineptitud.

Your Email address will not be published.