Por esos privilegios que a veces regala la vida pude el miércoles cenar y brindar con Graciela Iturbide.
En el patio del restaurante Puntarena, planta baja de la Casa de México en España, barrio de Chamberí, después de la exitosa inauguración de la exposición Graciela Iturbide, cuando habla la luz, montada con más de 100 trabajos de “la gran maestra mexicana de la fotografía”, como la presentó Ximena Caraza, directora de la Fundación México en España.
La exposición fue ideada mucho antes de que, a finales de mayo, se conociera que esta gloriosa mujer de 83 años había sido galardonada con el Premio Princesa Asturias de las Artes 2025, así es que aquí está en Madrid en lo que será también una suerte de momento preliminar a la entrega del premio en octubre, en Oviedo.
Le pregunto si a esta altura de su vida y obra importa ganar un premio tan relevante. Claro que sí, es un incentivo para poder seguir trabajando, responde con la economía de palabras de las realmente grandes.
Es que ella es verdad, honestidad y transparencia, para ella el cielo es cielo y la tierra, tierra, me dice Cándida Fernández, tantos años promotora de la cultura mexicana y su acompañante esta noche. Y mientras, Graciela conversa con suavidad, recrea, depura, alegra.
Me cuesta imaginar que en octubre el gobierno mexicano le hará el vacío en la ceremonia de Oviedo, en Asturias, como se lo hizo a Eduardo Matos Moctezuma en 2022. Imaginar que se lo hará a esta mujer ángel.