La diplomacia se suele vestir de seda, pero en esta ocasión vino con botas texanas y el machete desenvainado. El exembajador Christopher Landau, ahora convertido en sutil operador de la Cancillería gringa, se plantó en Palacio Nacional y al salir dejó una estela de pánico político que ni la Cancillería ni Claudia Sheinbaum supieron (o quisieron) disimular.
En los comunicados oficiales, la reunión fue “cordial”, casi de té y galletitas. Pero en la vida real, la visita de Landau desató una paranoia transfronteriza entre la clase política morenista. No es para menos: hay quienes, en lugar de pasaporte, cargan con un prontuario.
En Sinaloa, el gobernador Rubén Rocha ya empezó a cancelar compromisos en Arizona. El pretexto: asuntos de agenda. La realidad: miedo a que, al cruzar la frontera, lo esté esperando una patrulla con órdenes judiciales que nadie en su equipo de prensa va a poder filtrar. El secuestro del que surgió la captura del Mayo Zambada sigue siendo una sombra larga y pegajosa. Y sí, suena a guion de “Narcos”, pero es la política sinaloense actual.
Para cubrirse, Rocha se dejó ver hace unos días en el consulado de Estados Unidos en Hermosillo. Una visita que, casualmente, se hizo pública con entusiasmo al día siguiente. Dicen que fue Alfonso Durazo quien le organizó la gira para limpiar su imagen. Pero el gobernador sonorense tiene lo suyo: entre elecciones judiciales fallidas y la narcoviolencia desbordada en su estado, no está precisamente para presumir diplomas diplomáticos.
Y si Rocha se cuida, su delfín, Enrique Inzunza, ya tomó nota. Como nuevo integrante de la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado, le han llovido invitaciones para ir a Washington. Y él, muy digno, las rechaza. Mejor ver el Capitolio por televisión que arriesgarse a una revisión más minuciosa que las de la Guardia Nacional en los retenes del sur de Sonora.
La tensión creció aún más con la cancelación, anunciada con bombo y platillo por el propio Landau en redes sociales, de la visa de Melissa Cornejo, una operadora morenista cercana a Adán Augusto y Andrea Chávez. La gota que colmó el vaso fue una publicación suya, muy festiva, donde básicamente mandó a los gringos a meterse la visa por donde no entra la luz del sol.
La respuesta de Landau fue demoledora. Le canceló la visa (si es que alguna vez la tuvo) y de paso dejó una advertencia digna de sheriff: los que glorifican la violencia y desafían la autoridad no son bienvenidos. Ni siquiera como turistas.
El golpe, sin embargo, no fue solo para Cornejo. También sacudió al senador Adán Augusto y a su aliada Andrea Chávez, justo cuando intentaban demostrar que no hay investigación alguna contra ellos en Estados Unidos. Pues ahora la duda ya está sembrada.
El “efecto Landau” —como ya se le conoce en el bajo mundo de la grilla guinda— está desatando nerviosismo en medio gobierno. La 4T, que soñaba con reconfigurar las instituciones del país, ahora necesita también una línea directa con migración y asuntos consulares.
Y aunque Claudia Sheinbaum jure que la reunión fue solo de cortesía, en los pasillos de Morena hay más de uno preguntándose si ya es tiempo de cancelar el viajecito a Houston o si es mejor cruzar a McAllen… pero por el puente peatonal, por si las moscas.