Pregunto a la secretaria Rosa Icela, persona bien informada, justa; se lo pregunto también como reportera que fue: ¿los acordeones son fruto del ingenio de los mexicanos? ¿No sabe quiénes los idearon y produjeron? ¿Nada sabe, por ejemplo, de la impresión en los talleres de la nave industrial en Vallejo Poniente?
Pregunto a la presidenta Sheinbaum, a ella que ha traído de vuelta la decencia a la vida pública, y le pregunto a la doctora en ciencias: ¿la coincidencia entre los nombres en los acordeones y los candidatos ganadores es explicable desde el azar, es justificable probabilísticamente? ¿Para qué darle acordeones al pueblo más politizado e informado del mundo?
Y al —para mí— tan apreciado Arturo Zaldívar: ¿cuál puede ser la correlación entre un potencial buen juzgador y un candidato que acepta competir con la ventaja del acordeón? ¿No es eso corrupción o, al menos, efecto corruptor? ¿Cómo se puede secundar éticamente al acordeón? ¿Esto era lo que esperabas?
Y al próximo presidente de la Suprema Corte, Hugo Aguilar: ¿qué le dice que su nombre apareciera en 91% de los acordeones? ¿Validaría una consulta con estos acordeones en su comunidad? ¿Cómo puede hablar de depuración de la justicia con 91% de inducción del voto? Pregunto a los cuatro: ¿no les avergüenzan los acordeones?
¿Justa rosa icela?, ¿claudia ha traído la decencia a la vida pública?, ¿apreciado zaldivar? Ojalá que yo pudiera vivir en su mundo sr. Ciro.