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Hay abuso de poder. Si no respóndanme: ¿cuál es la base legal para que el presidente del Senado de la República acuerde con un ciudadano -así, de individuo a individuo- el que éste vaya al recinto legislativo a pedirle disculpas en el público? ¿Para que este acto sea transmitido por los canales de difusión de la cámara alta?

Hace unos meses, el ciudadano Carlos Velázquez de León increpó en una sala VIP del AICM a quien de manera continua increpa y es grosero por igual con autoridades, ciudadanos y hasta con compañeras y compañeros (camaradas) de trabajo. Sí, se trató de una vejación verbal, un altercado, una falta cívica, pero no un delito.

Lejos, muy lejos en la memoria queda cuando Fernández Noroña increpó en el mismo Congreso de la Unión a Porfirio Muñoz Ledo, cuando éste era presidente del Congreso (y quien, además, tenía razón). En esa ocasión nadie dijo nada, ni quien se inmutara.

Como ese ejemplo, la vida pública del “compañero” está plagada de groserías y muestras que hacen ver una persona insolente y soez. Estas muestras de su personalidad le han servido de mucho, ni duda cabe. Pero resulta que no aguanta que alguien lo trate igual.

Ahora sí que ‘el que las hace, no las aguanta’. A quien ha basado una buena parte de su carrera política en confrontaciones verbales, el señor Velázquez le dio una cucharada de su propio chocolate. Pero no solo Noroña no lo aguantó, sino que armó tremendo desgarriate.

Las cosas por su nombre: lo que hizo Fernández Noroña como presidente del Senado de pactar (chantajear) al ciudadano Carlos Velázquez de León el ir al recinto legislativo a ofrecerle disculpas en público es abuso de autoridad pura y dura. Usar una institución del Estado Mexicano para exhibir a un ciudadano, así como el utilizar la fuerza de la FGR para que tuviera dos “facilitadores” y convencer al ciudadano de pedir una disculpa. Sin olvidar la invitación que hizo a que asistiera la prensa (toda ella) para escuchar la disculpa pública.

Usó el área jurídica del Senado para denunciar ante el Ministerio Público a este ciudadano. Usó las redes sociales del Senado y las instalaciones para hacer público el procedimiento de compensación. ¿Por qué usó los recursos del Senado si esto era un pleito personal?, ¿para eso quería una posición de poder?

Quien antes se quejó amargamente de los abusos de poder y de la altanería gubernamental, resultó más grande en sus prácticas de abuso. Para los que se rasgan las vestiduras en denostar a los regímenes priistas y panistas, les tengo una noticia: esto que hizo Noroña habría sido impensable en un régimen democrático hasta hace poco.

Tan solo hagamos una somera comparación entre las puyas, llamadas de atención y recordatorios a su progenitora que recibió Peña Nieto. No diré si las merecía o no, pero su única queja fue: “no aplauden”. Nunca llevó a nadie a que le diera una disculpa pública y menos en una instalación gubernamental. Mismo uno de la 4t, Manuel Bartlett, cuando lo increparon en un restaurante, lo que hizo fue levantarse e irse. No se quejó, ni hizo berrinches.

Lo que hizo Noroña fue intimidar a un ciudadano y humillarlo públicamente. Lo que logró fue enseñar de qué está hecho y que todo lo que criticó, ahora no solo lo realiza, lo potencializa.

Y al igual que no se les perdonó la pedantería a muchos en el pasado, le digo: yo lo denuncio y le garantizo que para él no hay perdón ni olvido. Y me alegro. Ha logrado la indignación de mucha gente. Al igual que él más de una vez ha dicho que los críticos “se lo buscaron”, pues en su caso también él se ha ganado el unánime oprobio de quienes respetamos el Estado de derecho y exigimos que las autoridades hagan lo propio.

Tres en Raya

Si todo lo anterior no fuese suficiente, el senador decidió que también podía decirle a la periodista Leti Robles de la Rosa, corresponsal ante el Senado, lo que debe de hacer (o no hacer). El enfado del senador fue porque la periodista compartió lo que él había hecho. Las nefastas acciones del senador, pues.

El legislador pisotea la libertad de expresión. Por ende, tanto por su abuso de poder como por restringir la libertad de expresión, yo, como muchos mexicanos, lo denuncio.

Verónica Malo Guzmán

Verónica Malo Guzmán es politóloga, consultora política y columnista de opinión. Miembro de International Women’s Forum, destaca por su análisis crítico y su experiencia en temas de política y sociedad.

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