Donald Trump no ha regresado a la Casa Blanca, pero ya regresó a la guerra. Y eligió un campo de batalla poco explorado: los pasillos de los palacios estatales de Morena. El primer aviso llegó con nombre y apellido: Marina del Pilar Ávila Olmeda. Baja California se convirtió en el epicentro de un terremoto diplomático que no hizo temblar, pero sí descompuso el estómago de varios gobernadores morenistas.
Que le retiraron la visa. Que fue por el esposo. Que “contexto binacional complejo”. Que ya vendrán otras sanciones. El comunicado de la gobernadora huele más a nerviosismo que a institucionalidad. Y si en algo son expertos los gringos es en filtrar, castigar y luego revelar. Con escaleta. Con tiempos. Con precisión quirúrgica.
Porque cuando Estados Unidos te cancela la visa no es por protocolo, es porque ya tiene armado el expediente. Esto no es la aduana de Tijuana. Esto huele al Departamento de Justicia con sed de espectáculo y a un Trump que empieza a sacudir las ramas del árbol morenista, a ver qué fruta madura cae solita.
La lista de los nerviosos
Ya desde el viernes se comenzaron a registrar movimientos contra políticos: el arresto de responsables penitenciarios en Oaxaca, la caída de un alcalde morenista en Puebla y una situación curiosa en Sonora, donde ciertos funcionarios allegados a Alfonso Durazo debieron suspender viajes programados a EU.
En Sinaloa, Rubén Rocha recibió una llamada que lo dejó más pálido que de costumbre. Ese estado viene de un fin de semana de violencia digna de película de narcos. Rutas hacia la frontera tomadas, armas de grueso calibre, enfrentamientos dignos de Afganistán. Todo mientras el Cártel de Sinaloa sigue haciendo turismo empresarial en Baja California.
Y en Tamaulipas, Américo Villarreal se quedó mirando al cielo. No porque esperara una señal divina, sino porque desde Washington están mirando hacia abajo. Y no con simpatía.
La diplomacia de las visas canceladas
La encargada de repartir los boletos de castigo fue, según filtraciones federales, Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interior. Habría avisado con cortesía previa. Como diciendo: “No es personal, son negocios”.
Pero sí es personal.
Y es estratégico.
El retiro de visas es el primer movimiento. El siguiente, ya lo sabemos, podría ser una acusación formal. Washington no da puntada sin hilo. La pregunta no es si vendrán más cancelaciones, sino a quién le toca el próximo turno.
Sheinbaum, muda; AMLO, ausente
En Palacio Nacional se vive un silencio incómodo. Claudia Sheinbaum no sabe si debe defender a sus gobernadores o deslindarse de ellos. La orden todavía no baja. Y mientras eso sucede, en los cafés políticos ya se habla del inicio del “deshielo morenista”. Porque donde Trump mete las narices, siempre salen algunos cadáveres.
Y en este caso, el primero ya está en la plancha: el de la soberanía fingida.
¿Sucesión anticipada?
Lo más interesante de esta jugada es lo que se comenta en voz baja: que esto podría abrir la puerta a nuevos actores en los procesos sucesorios estatales. Traducido: que los vetos desde el norte están redefiniendo la geografía del poder morenista.
Morena, tan vertical para disciplinar a sus propios cuadros, ahora se enfrenta a una fuerza más dura que su Consejo Nacional: la política exterior de Estados Unidos. Y esa no pregunta ni consulta.
El mensaje es claro: ya no basta con ser leal al caudillo. Ahora hay que ser presentable ante los gringos. Y eso cambia todo.