El poco temple de la presidenta Claudia Sheinbaum con todos menos con el presidente Donald Trump, ante quien baja la cabeza, dejó claro que las críticas del expresidente Ernesto Zedillo, de que con la reforma judicial México camina de la democracia a la tiranía, son ciertas. Sheinbaum no soportó que Zedillo le plantara cara luego de que lo utilizó para desviar la atención de las acusaciones de censura en su ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión siguieran creciendo sus negativos, y dispuso de los recursos del Estado para aplastarlo.

Todo comenzó cuando Sheinbaum tomó pleito con Zedillo de una manera absurda, al atacarlo y descalificarlo por haber escrito un ensayo en la revista Letras Libres donde reiteraba su crítica a la reforma judicial, formulada originalmente en septiembre durante la Conferencia Anual de la International Bar Association en diciembre, donde planteaba que la reforma era un golpe a la democracia y llevaba al umbral de la tiranía. Es decir, no había nada nuevo de fondo en el ensayo y podía haber pasado casi desapercibido como sucedió con el discurso de hace más de siete meses.

Se puede entender que lo necesitaba como distractor, pero calculó mal a su víctima y no se fue impune. Zedillo le respondió y la presidenta explotó y escaló. Se burló de él, lo insultó y dijo que se revisaría desde Palacio Nacional la forma como operó el rescate bancario ¡hace 20 años! que se conoce popularmente como el Caso Fobaproa. Zedillo le respondió que adelante, y que también pidiera revisar los megaproyectos del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Sheinbaum no dijo nada de su antecesor y subió el tono a sus ataques contra Zedillo.

En el fondo de la discusión está el endeudamiento que causaron las dos acciones. Sheinbaum dice que Fobaproa fue una “tragedia” que siguen pagando los contribuyentes mexicanos, pero ha hecho mutis sobre el planteamiento de auditar las obras de su mentor. Los resultados, sin embargo, le dan la razón a Zedillo. Las megaobras de López Obrador representan 1.6% más que el costo de Fobaproa, mientras que el crecimiento durante el gobierno de Zedillo fue de 3%, y el de López Obrador de 0.8%. López Obrador endeudó más al país -más del doble que 12 presidentes en 70 años- y tuvo el segundo peor crecimiento en ese periodo.

A Sheinbaum le habría convenido buscar la salida del enredo en el que se metió, porque algunas de las empresas que fueron rescatadas en 1995 financiaron las campañas presidenciales de López Obrador y de ella, o eran propiedad del padre de su íntima amiga Altagracia Gómez, autora del Plan México que pretende la reactivación de la economía mexicana, o fueron defendidas en tribunales -donde ganaron y redujeron sus significativas pérdidas con el apoyo del gobierno- por el autor de la reforma judicial que critica Zedillo, el exministro Arturo Zaldívar, que trabaja en Palacio Nacional, y fueron aprobadas en el Congreso por varios legisladores importantes hoy en Morena.

El episodio de la confrontación entre presidentes lleva una semana y quizás no termine todavía. Zedillo ha visto que la torpeza de Sheinbaum al responder con amenazas, amagos y actos represivos, corrobora sus afirmaciones y le da sustento a las críticas sobre su talante censor.

En plena caída argumentativa, el Gobierno sacó un conejo de su chistera. Un candidato a ministro de la Suprema Corte de Justicia mediante el voto de la reforma judicial que criticó a Zedillo, difundió un audio donde una mujer habla presuntamente con una persona. La conversación, explicó, es entre la esposa de Zedillo y un narcotraficante de Colima. Solo se escucha la voz de la mujer, no la del hombre, pero no dice nada incriminador o que permitiera suponer un delito. El audio, dijo quien lo hizo público, se lo había dado su padre ya muerto, el general Jesús Gutiérrez Rebollo, que fue el zar antidrogas en el gobierno de Zedillo, y que México y Estados Unidos descubrieron que estaba en la nómina de Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, que en los 90 fue el narcotraficante más importante en México.

Sheinbaum, pronta, pidió al Senado una comisión que investigue los presuntos nexos de Zedillo y su esposa con el crimen organizado. Se hundió más. Por una parte, la movilización de los instrumentos del Estado para reprimir al expresidente por haber emitido su opinión, a partir de un audio que no dice nada. Pero por la otra, la defensa y el blindaje judicial para López Obrador, pese a las revelaciones de investigaciones de la DEA por haber supuestamente recibido financiamiento del crimen organizado para dos campañas presidenciales -que se cerraron por razones políticas, no porque no tuvieran evidencias sólidas-, o para militantes del régimen menos relevantes, como el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Mora, imputado directamente por el exjefe del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, de tener relación directa con los líderes de la organización criminal.

El doble rasero de la presidenta está en la obviedad de que la justicia y el conocimiento de la verdad no es relevante, sino acallar a las voces disidentes que se atreven a cuestionarla. México no es una tiranía, pero Sheinbaum ha demostrado su convicción de que ese es el camino. Ella niega completamente estas caracterizaciones, pero en los hechos dice lo contrario. Por eso le tan profundamente que Zedillo haya puesto en entredicho lo que presume, que respondió tirando un búmeran.

“Ahora resulta que es el paladín de la democracia”, le dijo Sheinbaum con sorna en el inicio del conflicto. Pues, en cierta forma, sí. Zedillo concluyó la primera etapa de las reformas democráticas de primera generación, iniciadas por su antecesor Carlos Salinas, que le permitieron a la oposición por primera vez en la historia, tener mayoría en el Congreso en 1997, y trasladó el control de los órganos electorales, a los ciudadanos, que permitió tener elecciones libres, competidas y equitativas. La izquierda ganó el gobierno de la Ciudad de México en aquel año, y el PAN triunfo en las elecciones presidenciales de 2000, con lo cual acabaron 70 años de hegemonía priista. En el gobierno de Zedillo se sembraron las semillas que le permitieron alcanzar la Presidencia a López Obrador y pavimentar el mismo camino para Sheinbaum. El argumento de Zedillo que utilizó este binomio la democracia para que una vez en el poder la destruyan, es poderoso y, cuando menos hasta ahora, ha sido confirmado por la presidenta.

Raymundo Riva Palacio

Raymundo Riva Palacio es periodista, analista y conferencista especializado en política y economía mexicana. Autor de la columna Estrictamente Personal, es comentarista en radio y televisión, ha sido profesor en la Universidad Iberoamericana y dirige EjeCentral.com.

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