Que el 65% del total de fentanilo decomisado en Estados Unidos durante 2024 haya sido incautado en la frontera Sonora-Arizona no es un dato menor. Lo dice la DEA.
Es un escándalo de proporciones internacionales… generosamente ignorado por los medios, que prefieren no incomodar al poder cuando pueden seguir cobrando la pauta.
Aquí no pasa nada. O mejor dicho, sí pasa: pasan toneladas de droga con la logística al nivel de Amazon y la impunidad de un país bananero.
Y mientras tanto, Sonora tiene gobernador. Bueno, eso juran los propagandistas de siempre.
Alfonso Durazo, exsecretario de Seguridad Pública y pieza clave del gabinete de “abrazos, no balazos”, hoy administra la entidad más productiva del narco. El estado se ha convertido en corredor prioritario del crimen organizado. Pero eso sí, con mucha publicidad del bienestar, influencers institucionales y hashtags institucionales.
Lo de “abrazos, no balazos” no fue ingenuidad. Fue estrategia.
La DEA no está insinuando: está gritando. Las rutas por Sonora no sólo están activas, están saturadas. El estado es hoy una vía exprés para el tráfico de fentanilo. Pero el gobierno de Durazo parece más ocupado en los likes que en las rutas del narco.
Andrés Manuel López Obrador… Está documentado: recibió millones del Cártel de Sinaloa para su campaña presidencial en 2006. Testigos, grabaciones y archivos oficiales hablan de dos millones de dólares a cambio de protección y acceso a cargos clave como la Procuraduría General de la República. ¿Y qué pasó? Nada. El caso fue enterrado.
Hoy se menciona la Lista Marco y las investigaciones en activo contra López Obrador, pero todo eso flota entre rumores.
Lo que no son rumores, es que Durazo gobierna un estado tomado por las mafias, pero nadie dice nada porque fue el escudero de AMLO. El hombre de Tabasco sigue operando desde las sombras, en camionetas polarizadas, como si el país aún le perteneciera.
Ahí está Sonora. No como víctima, como emblema.
Emblema del fracaso. De la complicidad disfrazada de incapacidad.
Cuando el narco pone el dinero, ahora elige a los jueces, lo único que queda claro es que el Estado ya no gobierna: administra. Y administra para otros.
