La Presidencia de la República reeditó ayer una práctica que parecía exclusiva de López Obrador y se sirvió de los instrumentos de difusión del gobierno mexicano para ir en contra de una persona. Desacreditó con duros calificativos a esa persona, Ernesto Zedillo. Difundió un documental propagandístico para ensanchar la ofensiva y remató con una disertación de quien, uno supondría, debería ser uno de los funcionarios más cuidadosos en sus actuaciones en contra de cualquier mexicano: el titular de la temible Unidad de Inteligencia Financiera. Ocurrió, ¿por qué? La justificación sería la publicación de un ensayo de Zedillo en la revista Letras Libres. Pero Zedillo expresa en el texto esencialmente lo que expuso en una conferencia el 15 de septiembre y en una entrevista con nosotros dos días después. La diferencia es que en septiembre le concedía el beneficio de la duda a la Presidenta. En Letras Libres, en cambio, escribe: “La presidenta Claudia Sheinbaum ha cumplido hasta ahora su promesa de continuar sin desviaciones los proyectos de su antecesor. No cabe duda de que en el más trascendente de ellos —la destrucción de la democracia mexicana—, la mandataria merece una nota sobresaliente”. Un párrafo que, por lo visto, elevó la temperatura de una cabeza normalmente fría.