A poco más de siete meses transcurridos de la administración de Claudia Sheinbaum, el balance para la mayoría de los integrantes de su primer círculo de colaboradores no es bueno. Se podría esgrimir que hay una curva de aprendizaje y que algunos de ellos no habían tenido responsabilidades como las que tienen actualmente; incluso se puede argumentar la herencia –desastrosa, en algunos casos– que recibieron de los gobiernos anteriores, principalmente del de Andrés Manuel López Obrador. Sea como sea, la evaluación no les favorece.
En el gabinete de Claudia Sheinbaum hay tres grupos: sus más cercanos, quienes ya venían trabajando con ella, como Omar García Harfuch, Luz Elena González, José Merino, Eduardo Clark, Jesús Esteva o Bertha Gómez Castro; los heredados o impuestos por López Obrador, como Rosa Icela Rodríguez, Juan Ramón de la Fuente, Raquel Buenrostro, Ariadna Montiel, Alicia Bárcena, Mario Delgado y Zoé Robledo; y los que están ahí por necesidad o porque, impulsados por el movimiento de la 4T, se ganaron un lugar en el Gabinete, como Marcelo Ebrard, Citlalli Hernández, Marath Bolaños, Martí Batres, el general Ricardo Trevilla y el almirante Raymundo Morales.
Vale la pena enfocarse en los colaboradores más cercanos a la Presidenta, pues tienen bajo su responsabilidad los temas más críticos y estratégicos del gobierno federal, tales como la seguridad, la salud, las telecomunicaciones y la digitalización, la infraestructura y el área encargada de asignar el presupuesto para hacer frente a todas estas problemáticas.
Como ya se dijo, el primer círculo de la Presidenta no ha tenido los resultados esperados. El caso más evidente es el del subsecretario de Integración y Desarrollo del sector Salud, Eduardo Clark, quien entregó buenas cuentas en la capital del país como titular de la Agencia Digital de Innovación Pública, pero ahora se ve como una de las mayores decepciones por el desastre que ocasionó en el proceso de compra consolidada de medicamentos.
Hablamos de una megacompra con valor de más de 100 mil millones de pesos, que garantizaría el abasto de fármacos en las unidades del sector salud para los ejercicios de 2025 y 2026; esta quedó cancelada por irregularidades en la asignación de contratos, de acuerdo con las investigaciones que realiza la Secretaría de Anticorrupción y Buen Gobierno, a cargo de Raquel Buenrostro.
Si bien los posibles actos de corrupción son atribuibles a los funcionarios de Birmex, Clark fue el responsable de supervisar todo el procedimiento.
El caso de José Merino y su Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones no es más discreto; a él se le atribuye el escándalo por el proyecto de la nueva Ley de Telecomunicaciones y los elementos que huelen a control y censura, como el polémico Artículo 109 que contempla cancelar el servicio de Internet a las plataformas que violen la “normatividad”.
Luz Elena González, por su parte, no ha podido enderezar ni un poco el maltrecho sector energético del país, quizá el más estratégico para atraer y detonar la inversión privada nacional y extranjera. Como titular de la Secretaría de Energía, donde no tenía experiencia previa, no ha podido mejorar los resultados de Pemex y CFE, como se vio en los resultados del último trimestre del 2024 y el primer cuarto del 2025, con pérdidas escandalosas y un mal desempeño operativo. Asimismo, las empresas estatales arrastran deudas con sus proveedores y los apagones en el sistema eléctrico siguen paralizando el ambicioso proyecto energético del sexenio. Tampoco han sido de gran ayuda en esta tarea Víctor Rodríguez y Emilia Calleja.
El secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transporte, Jesús Esteva, también se ha quedado muy corto en su desempeño, en parte porque los principales proyectos de inversión pública están en manos de las Fuerzas Armadas y porque el Presupuesto 2025 no ha fluido como se esperaba en el primer cuatrimestre del año, de manera que apenas se les ha podido dar banderazo de salida a proyectos como algunos ferroviarios y carreteros. De esto último, la responsable es la subsecretaria de Egresos, Bertha Gómez, quien fue subsecretaria y secretaria de Finanzas del gobierno de la CDMX.
Finalmente, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, es quizá el funcionario de este grupo con mejores resultados, sobre todo a la luz de las presiones de Estados Unidos y las amenazas comerciales del presidente Donald Trump.
No obstante, el reto es tan grande que los resultados llegan a palidecer o a verse como mínimos, pese a que las detenciones de criminales, decomisos de droga y reducción de algunos delitos son notables.
Del otro lado, nombres como el de Rosa Icela Rodríguez y Raquel Buenrostro, mucho más allegadas a López Obrador, ganan cada día más y mejor presencia, y qué decir de Marcelo Ebrard con la gestión de la relación bilateral, quien hoy se ve como uno de los operadores e interlocutores más eficientes del gobierno de Sheinbaum.
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Hablando de la relación bilateral, vaya revelaciones las que se hicieron este fin de semana respecto a la llamada que sostuvieron la semana pasada la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente estadounidense Donald Trump.
Trump propuso a Sheinbaum enviar tropas de Estados Unidos a México para ayudar a frenar a las organizaciones criminales que operan en el país, sobre todo a las responsables de traficar drogas hacia ese país.
La Presidenta confirmó que hubo tal ofrecimiento e incluso presión por parte de Trump, pero que fue rechazado. Este fin de semana, Sheinbaum reiteró su postura y la defensa de lo que se considera podría vulnerar la soberanía del país.
No será la última vez que Trump ofrezca dicha ayuda, que va más allá de la colaboración y compartición de información. Veremos qué tanta presión ejerce y hasta dónde será posible para México soportarla sin que se hable otra vez de la “alianza intolerable” con el crimen organizado.
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Precisamente uno de los puntos del decálogo contenido en la carta que envió la Presidenta Claudia Sheinbaum a la dirigencia nacional de Morena y a todas y todos sus militantes, habla de la colusión con las organizaciones criminales.
El punto nueve de la misiva, Sheinbaum sentenció: “No puede haber colusión con la delincuencia, ni organizada ni de cuello blanco”.
Otros puntos relevantes son supuestamente evitar que el movimiento se convierta en un partido de Estado y apeló a la unidad.
También solicitó no caer en el sectarismo, “ni por el contrario, en el exceso de pragmatismo sin principios”.
Pidió que todos los militantes de Morena se conduzcan con honestidad, humildad y sencillez. Evitar la “parafernalia del poder”. “No caigamos nunca en la frivolidad, en el consumismo y la ambición por el poder y el dinero. No es de nuestro movimiento viajar en aviones o helicópteros privados, o tener como anhelo portar ropa de marca, o tratar mal a las personas, o andar con guardaespaldas y un séquito de camionetas para ir de un lado a otro, o comer en restaurantes caros”, sentenció en su carta.
Finalmente, en el último punto Sheinbaum llama a garantizar que los candidatos y candidatas sean decididos por el pueblo a través de las encuestas, y que para la participación en la elección del 2027 haya reglas claras y no se fomenten los actos anticipados de campaña.
A ver quién quiere escuchar a la Presidenta.
Posdata 3
Y a propósito del decálogo de buenas prácticas y ética dentro del movimiento, donde se asegura que no están muy contentos con el actuar del secretario de Organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, es ni más ni menos que en Palenque, Chiapas.
Fuentes que han convivido con el expresidente López Obrador recientemente aseguran que ya van varias veces que le llama la atención a su hijo por la forma en la que se ha conducido como secretario de Organización del partido. Dicen que AMLO cree que su descendiente actúa con soberbia y frivolidad, cosa que no le aporta nada ni a él en sus intenciones de convertirse en gobernante, ni al movimiento fundado por su padre.