DONALD TRUMP SIEMPRE ha dicho que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue el peor negocio de Estados Unidos.
Que la nación de las barras y las estrellas fue el gran perdedor y ahora amaga con “ajustar o terminar el T-MEC”, porque su país tiene un déficit comercial récord de 140 mil 500 millones de dólares.
El jefe de la Casa Blanca tiene un doble discurso en materia comercial: por un lado amenaza con el petate del muerto y la inminente imposición de aranceles a diestra y siniestra a nuestro país.
Pero al mismo tiempo está obligando a México a una mayor integración en Norteamérica en sectores clave como industria automotriz, agricultura, productos de tecnología y dispositivos médicos, entre otros.
El consenso de ex negociadores del TLCAN y el T-MEC es claro: pupilos de Jaime Serra, Herminio Blanco o Ildefonso Guajardo dicen que México debe acostumbrarse a negociar entre gritos y sombrerazos.
Las amenazas de Trump al gobierno de Claudia Sheimbaum ya las sabemos: pone por delante la materia de seguridad, el combate al tráfico de drogas con énfasis en el fentanilo y políticas anti inmigrantes.
Que el equipo de Marcelo Ebrard se vaya haciendo a la idea de que va ser una negociación año con año y tema por tema, bilateral y en la coyuntura de los problemas cotidianos de la relación entre ambos países.
El actual T-MEC que firmaron en 2018 Trump, Enrique Peña Nieto y Justin Trudeau caduca en 2036 y puede revisarse antes de julio del próximo año o denunciarse para acabarlo seis meses antes de esa fecha.
El camino para la negociación de temas como seguridad jurídica, protección a la inversión extranjera, compras de gobierno y solución de controversias se va a dar en el curso del segundo semestre de este año.
Se anticipa que va a ser muy tortuoso porque en general los secretarios del gobierno de Estados Unidos no confían en la aplicación del Estado de Derecho en México.
La reforma al Poder Judicial está en el ánimo de Trump y sus halcones: Marco Rubio, en el Departamento de Estado; Howard Lutnick, en la Secretaría de Comercio, y Scott Bessent, en el Tesoro.
Van a querer blindarse con jurisdicciones establecidas en la Unión Americana y tratarán de llevarse todas sus fobias y filias en seguridad, comercio y nuevos negocios a un nuevo tratado comercial.
Mientras tanto, los conflictos comerciales que surjan este año y en 2026 se van a ir resolviendo con telefonazos y mensajes entre Trump y Sheinbaum y aterrizándolos Ebrard, Lutnick y Bessent.
El resultado en el mediano plazo va a ser positivo para México, aunque este esquema de negociar genera mucha incertidumbre para la inversión y la planeación de la producción de largo plazo.
Al final, coinciden los expertos, vamos a terminar más integrados en algunos sectores, producto de la exigencia de nuestros vecinos de incrementar los contenidos regionales.
Hacia el fin de este 2025 tendremos un TMEC parchado, muy al estilo de Trump, pero al fin y al cabo, funcional para seguir avanzando en la integración regional.
AHORA QUE EL peso “fortachón” perdió tal condición, un sector que empezó a repuntar es la hotelería. Las remesas, exportaciones y manufacturas han resentido sensiblemente los vaivenes del tipo de cambio y las políticas comerciales del gobierno de Donald Trump, no así los viajes a México, que se han beneficiado por la depreciación de la moneda frente al dólar. Esa circunstancia está empezando a ser vista con interés por grandes cadenas hoteleras internacionales que observan un buen momento para abrir la cartera y comprar hoteles en México, con todo y el clima de inseguridad que vive el país. Apunte a tres consorcios que sondean oportunidades: las españolas Riu Hotels, de Luis Riu, y Barceló Hoteles & Resorts de Simón Pedro Barceló, y la estadounidense Hyatt Hotels Corporation, que capitanea Mark Hoplamazian.
BAYER, LA CORPORACIÓN alemana que preside Bill Anderson, inició el proceso para vender su icónica sede corporativa en la CDMX, la de Boulevard Cervantes Saavedra 259, en la colonia Granada, en la alcaldía Miguel Hidalgo. La compañía que dirige aquí Manuel Bravo está por enviar en los próximos días la solicitud de propuesta (RFP) a los interesados. Vaya apuntando a Carlos Slim, que tiene en esa zona su Plaza Carso; a Javier Sordo Madaleno, que también es vecino y colinda con su plaza Antara, y a Ángel Losada, que posee también en ese radio Plaza Miyana. Pero también considere a Fibra UNO de los hermanos Max, Moisés y André El-Mann, y a Grupo Danhos, de Salvador Daniel Kabbaz. De extranjeros, al fondo estadounidense Brookfield Asset Management, de los más influyentes del mundo y sin presencia aún en México.
TAMBIÉN DE CARA al Mundial de Futbol 2026, el gobierno federal ya le echó el ojo al Aeropuerto de Atizapán. Y es que no habrá oferta suficiente para atender el número de vuelos que arribarán al país y esa terminal en la entidad que gobierna Delfina Gómez se visualiza como una muy buena opción para bajar aviones particulares, más allá de Toluca y no se diga los aeropuertos de la CDMX y el Felipe Ángeles. Por ello, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, que lleva Jesús Esteva, alista una inversión de unos 40 millones de pesos para ampliar su pista de 800 a mil metros para poder dar cabida a más jets ejecutivos. La llamada terminal Jorge Jiménez Cantú es lo más cercano que hay a la ciudad sede de los partidos mundialistas y cambiará en los hechos y aunque sea temporalmente su estatus de aeropuerto “nacional” a internacional.
Y MIENTRAS LA inseguridad en Baja California va a la alza, la gobernadora Marina del Pilar Avila disfrutando de la fiesta cantando corridos en un palenque. Todo indica que su verdadera vocación es la artisteada, porque en su estado recuerdan que subió un video en sus redes cantando con Jhonny Caz, de Grupo Firme y en otra ocasión grabó un video con villancicos navideños. Así las prioridades de la actual presidenta de la Conago.