En política, como en física, las leyes se relativizan con el tiempo. La palabra de López Obrador era ley. La de Sheinbaum es una sugerencia amable. La reunión del Consejo Nacional de Morena lo dejó claro: el partido ya no obedece con la misma disciplina religiosa. Lo que antes era dogma ahora es carta leída y olvidada.

Dos documentos se publicaron tras la reunión. Ninguno hizo eco real de la carta de la presidenta. Claudia, con el estilo didáctico que le conocemos, había intentado dictar línea: no a las campañas anticipadas, no al nepotismo, no a los cargos heredados. Pero el Consejo la escuchó como se escucha al maestro buena onda que da la clase… y luego deja ir temprano.

En Palacio Nacional hubo disgusto. Y preocupación. No tanto por el fondo, sino por la forma: la presidenta no pudo imponer su voz. Peor aún, nadie salió a respaldarla. Alfonso Durazo, presidente del Consejo, prefirió la diplomacia de las excusas: “La oposición también hace campañas anticipadas”, justificó. Traducción: “mejor no les regalemos ventajas”. Con esa lógica, cualquier infracción queda perdonada si alguien más también la comete. A ese paso, la 4T terminará justificando todo lo que criticó durante dos décadas.

El entorno presidencial, alarmado, ya pidió otra reunión. Otro Consejo, otra oportunidad para que Durazo enderece lo que torció. El objetivo: prohibir con claridad la reelección en 2027. Algo que —ironías del destino— Sheinbaum necesita impulsar para demostrar que no es una prolongación de AMLO. Pero si no hay operador, no hay mando.

Ahí radica el verdadero problema: Sheinbaum no tiene un operador político de confianza. Rosa Icela no lo es, César Yáñez tampoco, y Carlos Morales, su secretario particular, no logra salir del cascarón. La presidencia dejó de ser caudillismo y entró en modo colegiado… sin colegio.

Morena está viviendo lo que nunca imaginó: un ensayo, apenas tímido, de deliberación interna. Por eso la carta presidencial se volvió un papel más entre otros, sin mayor impacto. Y por eso Durazo —sí, el mismo Durazo que vive entre la narcoguerra sonorense y el método Montessori de su gabinete de cubitos— es ahora el árbitro al que se le pide que vuelva a dictar línea. Vaya ironía: el gobernador que no puede ordenar su estado es llamado a poner orden en el partido gobernante.

Mientras tanto, Carolina Rangel se toma fotos con Miguel Díaz-Canel como si La Habana fuera un destino turístico seguro y no el epicentro de la crispación en el nuevo gabinete de Trump. Porque sí, Marco Rubio está de vuelta, y esta vez con más influencia. Justo cuando la 4T más debería cuidar las formas, se acercan al castrismo como si el tiempo no pasara.

La presidencia de Sheinbaum se asoma a un abismo que AMLO nunca enfrentó: el del desdén. Claudia no genera miedo ni fervor, apenas tibieza. En Morena, eso alcanza para que le den su lugar en la fila… pero no el micrófono.

Y en política, el silencio de los propios es más letal que el grito de los adversarios.

José Luis Parra

José Luis Parra es un periodista con más de 40 años de experiencia en medios locales y en Notimex. Fundador de SonoraPresente y autor de la columna Bisturí.

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