El gobierno mexicano, contando a conveniencia una parte de la historia, celebró que una jueza civil de Miami ordenara la semana pasada a Genaro García Luna y a su esposa reparar a México con 2 mil 500 millones de dólares por la concreción de una serie de contratos fraudulentos, ilegales, obtenidos por medio de sobornos. Se omite informar que García Luna y su esposa ya no pudieron defenderse en este juicio y perdieron por una suerte de default y no por la contundencia de las pruebas expuestas. Tomaría mucho espacio detallar el engranaje jurídico. Baste decir que todo indica que los contratos denunciados se entregaron, ejecutaron en su totalidad y cumplieron sus objetivos, incluso en el gobierno de López Obrador, que pagó parte de los contratos demandados. Pero, más allá de eso, ¿quién va a pagar los 2 mil 500 millones de dólares? Es evidente que García Luna y su esposa no tienen cómo. ¿Pagarán padres e hijos de la familia Weinberg, que firmaron y ejecutaron los contratos con el gobierno y ahora acusan a García Luna como testigos protegidos? ¿Tienen ese dinero? Por supuesto que no. Los 2 mil 500 millones de dólares son, pues, una quimera, una cantidad imposible. ¿Cuánto recuperará México, uno por ciento? Hay mucho de bullshit en todo esto. Pero, bueno, se trata de García Luna.
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