El lenguaje no verbal dice mucho más que mil palabras. Y la reacción de los miembros del gabinete de Seguridad Nacional en la conferencia Mañanera, al enterarse de la ejecución de la secretaria particular y del asesor de seguridad de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, dice más que esas mil palabras.
El único que reaccionó al momento de enterarse de los asesinatos en plena mañanera, en transmisión en vivo, fue Omar García Harfuch. Es el Secretario de Seguridad el que preocupado se levanta de su asiento para ir a informarle a la presidenta Claudia Sheinbaum. Es el único que abandona el lugar para irse a girar instrucciones. Una fotografía del diario Milenio lo retrata tras bambalinas en pleno momento de crisis.
En contraste, el general Secretario Ricardo Trevilla, sentado junto a Omar García Harfuch, ni se inmuta. Pareciera que nada sucedió. Ni una mueca de sorpresa, ni se levantó de su silla, ni acudió ante su Comandante Suprema, la presidenta Claudia Sheinbaum, para ver si algo hacía falta. Mucho menos se puso a operar de inmediato al lado de Omar García Harfuch para resolver la crisis. Lo mismo sucedió con el fiscal Alejandro Gertz Manero, quien más que inactivo más bien se vio pasmado y rebasado frente al drama del asesinato de los dos funcionarios morenistas.
La respuesta a esta diferencia en las reacciones tiene una explicación. El asesor de seguridad asesinado, José Muñoz, era un enlace entre la Secretaría de Seguridad capitalina y la Secretaría de Seguridad Ciudadana federal. Un hombre de todas las confianzas de Omar García Harfuch. La otra víctima del atentado, Ximena Guzmán, era la secretaria particular de Clara Brugada, su colaboradora más cercana. Doble mensaje, liquidando a dos muy cercanos colaboradores.
La presunción es que los autores materiales de este doble homicidio fueron sicarios al servicio de la Unión Tepito, ligada al Cártel de Sinaloa. La presunción también es que los autores intelectuales están más arriba en el escalafón político. Su intención: bajar la guardia tanto a la presidenta Claudia Sheinbaum y al secretario Omar García Harfuch, quienes hicieron a un lado la fallida estrategia de “Abrazos, No Balazos” impuesta por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador a través de los militares y de la Guardia Nacional.
Esta no es la primera afrenta contra Omar García Harfuch. De hecho, es la tercera. Y el nivel de violencia va escalando.
El primero fue el atentado contra el entonces secretario de Seguridad de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, el 26 de junio de 2020 en Paseo de la Reforma. Lo perpetraron integrantes de la Unión Tepito en presunta complicidad con el Cártel Jalisco Nueva Generación. De acuerdo a la Fiscalía capitalina, el autor intelectual habría sido Carlos Andrés Ricardo Varela, alias “La Firma”, jefe de la plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación en Puerto Vallarta. A pesar de los cientos de disparos, el ahora Secretario de Seguridad Ciudadana resultó ileso. Su camioneta blindada quedó destrozada. Dos escoltas y una inocente transeúnte murieron en ese atentado. Doce involucrados ya están purgando sentencias que suman 316 años de cárcel.
Vino más tarde, el 21 de julio del 2024, el asesinato de Milton Morales. Conocido con el alias de “El Jefe Milton”, era titular de la Unidad de Estrategia Táctica y Operaciones Especiales de la Policía de la Ciudad de México. Se perfilaba para una posición relevante en el aparato de inteligencia federal en el gobierno de Claudia Sheinbaum. Eran precisamente las áreas en disputa entre la Defensa y Seguridad Ciudadana. Antes lo asesinaron. Las fiscalías de la Ciudad de México, de Hidalgo y del Estado de México detuvieron a nueve personas relacionadas al caso. Estos personajes tenían presumibles vínculos con el Cártel de Caborca y el Cártel Nuevo Imperio, una red de bandas criminales con sede en Naucalpan. De acuerdo a funcionarios de inteligencia cercanos a la investigación, citados por el diario español El País, ambos cárteles “eran afines a grupos de Sinaloa”. Uno de los mayores cuestionamientos en este atentado era por qué “El Jefe Milton” no tenía la protección acorde a su nivel como alto mando de la seguridad nacional.
Y, ahora, el asesinato de Ximena Guzmán, la secretaria particular de la jefa del gobierno capitalino, y de José Muñoz, el enlace de seguridad y hombre de todas las confianzas de Omar García Harfuch. José Muñoz conocía, e incluso, operaba temas sensibles de seguridad. Ximena Guzmán y José Muñoz eran muy cercanos. Ella pasaba a recogerlo en el lugar donde fueron ejecutados por el sicario que ya los esperaba. Sabía que se verían ahí. Por el ‘modus operandi’ y la efectividad en los disparos con precisión, se presume que se trató de un sicario profesional. Ningún improvisado.
El doble atentado se da en momentos en que se debate la confrontación abierta que se tiene entre la Secretaría de la Defensa, que encabeza el general Ricardo Trevilla, y la Secretaría de Seguridad Ciudadana, con Omar García Harfuch como subtitular. El epicentro del conflicto es el manejo de las áreas de inteligencia dentro de las distintas dependencias de seguridad, incluyendo la Guardia Nacional y el Centro Nacional de Inteligencia.
El pasado viernes, en Círculo Magenta, lo advertimos muy claro. Las tensiones por la entrega de los familiares de Joaquín “El Chapo” Guzmán y de su hijo Ovidio Guzmán López, aunado a las tensiones internas en un gabinete de seguridad plagado de diferendos y desconfianzas, presagia la llegada de la noche de los cuchillos largos.
El asesinato de los dos colaboradores del gobierno de la Ciudad de México y de la Secretaría de Seguridad Ciudadana es apenas el inicio de esa larga noche. Los rostros de los integrantes del gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum sólo reflejan y confirman la oscuridad en la que se están dando esas tensiones.