La relación con Estados Unidos se lleva en muchos espacios, pero en pocos está tan bien establecida como en el ámbito militar. Estuvo de visita en México el jefe del Comando Norte de Estados Unidos, el general Gregory Guillot, y se reunió en el rancho de Santa Gertrudis, en Chihuahua, con el general Ricardo Trevilla Trejo, secretario de la Defensa Nacional, y con el almirante Raymundo Morales, secretario de la Marina.
En el Centro Nacional de Adiestramiento, en Santa Gertrudis, unas instalaciones magníficas de la Defensa Nacional, analizaron planes conjuntos y ejercicios de entrenamiento de fuerzas especiales de Ejército, Fuerza Aérea, Marina y GN, en el marco de un extenso programa de cooperación que se ha establecidos desde tiempo atrás y que se ha potenciado en los últimos meses. Ha habido, y próximamente habrá más, fuerzas especiales de la Unión Americana en ejercicios conjuntos, que se hacen tanto en México como en Estados Unidos, en el contexto común de la participación en el Comando Norte.
La relación entre ambas instituciones armadas es una de las bases en las que se mantiene la compleja colaboración bilateral, basada en la participación en el Comando Norte de Estados Unidos, en el que participan también Canadá y Bahamas, estableciendo una zona de protección común para la región, donde se ha establecido una visión estratégica mutua para la seguridad de América del Norte, que incluye reuniones periódicas a diferente nivel, ejercicios conjuntos y mecanismos de coordinación para enfrentar desafíos como el tráfico de drogas, armas y personas. Por cierto, por la falta de confianza con López Obrador, esa relación estuvo a punto de perderse cuando legisladores estadunidenses pidieron, todavía en la administración Biden, que México fuera retirado del Comando Norte. Hoy eso quedó en el pasado.
Desde su toma de posesión, el presidente Trump encargó al Comando Norte la seguridad de su país en temas como la migración y el tráfico de fentanilo, responsabilizándolo del control de su frontera sur, lo que ha determinado una estrecha colaboración con las fuerzas militares y de la Guardia Nacional que se están encargando de esa misma tarea de este lado de la frontera.
Esto tampoco es nuevo. México ha tenido participación en el Comando Norte desde su creación y ha habido y hay elementos del Ejército mexicano en su sede en Colorado. Ha habido y habrá delegaciones militares estadunidenses en México para tareas de entrenamiento y colaboración; regularmente se hacen operativos de entrenamiento militar conjunto en muchos ámbitos.
El intercambio de insumos de inteligencia también ha estado vivo. La cooperación abarca distintos tipos de información táctica y estratégica, pero su intensidad y profundidad depende en última instancia del nivel de confianza y reciprocidad entre ambas instituciones. Hoy, ese nivel de confianza es particularmente alto, con acuerdos de confidencialidad y la protección de fuentes y métodos.
Como ya hemos dicho, no necesitamos tropas estadunidenses en México, pero sí necesitamos, nosotros y ellos, la colaboración de y con Estados Unidos, porque muchos de los desafíos son binacionales e incluso van mucho más allá: las redes de tráfico de fentanilo y otras drogas pasan por varios países (no se puede entender el proceso de producción de fentanilo ilegal sin la participación China e India, y acaba de ser desmantelada por la Europol y la policía francesa una red de tráfico de drogas sintéticas asesorada por el Cártel de Sinaloa que operaba en Francia, Bélgica, los Países Bajos, Serbia y Nueva Zelanda); lo mismo que el tráfico de migrantes; la atención a las amenazas terroristas y el tráfico de armas.
Hace unos días decíamos aquí que la relación con Estados Unidos, más allá de lo comercial, se definirá por la seguridad. Recordábamos que Omar García Harfuch ha logrado una muy buena relación con las distintas agencias de seguridad estadunidenses que giran, para México, en torno al Homeland Security. Eso se había perdido y es importantísimo haberlo recuperado. La Marina tiene una buena relación directa con espacios de inteligencia como la CIA. Pero la relación militar directa es clave: el secretario de la Defensa, Pete Hegseth, es un exmilitar (no siempre lo son en EU); la jefa de Inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, es una exmilitar; el nuevo embajador, Ron Johnson, es un exmilitar, con 40 años de carrera en las boinas verdes y la CIA.
La seguridad fronteriza de Estados Unidos se la ha encargado el presidente Trump al Comando Norte, donde participa México, y con el general Guillot, el general Trevilla mantiene una magnífica relación. Para con todos ellos, decíamos, la diplomacia militar del general Trevilla, la que se hace de militar a militar, resulta cada día más importante. Eso se acaba de refrendar en esta visita del jefe del Comando Norte.
ALVIN
La llegada de un nuevo huracán a las costas de Guerrero, Alvin, se esperaba al momento de escribir estas líneas. Pero en esta ocasión las autoridades federales y el gobierno de Evelyn Salgado están bien preparados y pertrechados para recibir este nuevo fenómeno natural, uno más de los muchos que se han ensañado con Guerrero en los últimos años. En este contexto, no deja de asombrar que un diputado morenista, Joaquín Badillo, denunciara que la alcaldesa de Acapulco, Abelina López, se ha negado a dar información sobre cómo utilizó 900 millones de pesos otorgados al municipio en medio de la crisis de Otis. Y dice la alcaldesa que no quiere que la auditen porque sería parte de “una persecución política” (sic).