Cuauhtémoc Blanco no apareció el jueves en la transmisión nacional de televisión del primero de los dos partidos de la final de futbol. Tengo entendido que tampoco estará esta noche, como sí lo estuvo en las semifinales y finales de diciembre para refrendar en cada comentario que era el americanista número uno de México. Así es esto de creer que el tiempo curará cualquier mal. El 27 de marzo, horas después de que una mayoría de diputados y diputadas de la 4T lo salvó de entrar en el riesgoso túnel camino a un probable desafuero por una supuesta agresión sexual, pregunté aquí: ¿Quién va a querer sumarlo a un proyecto político, social, deportivo? ¿Inaugurará una cancha de futbol con la presidenta Sheinbaum? ¿Su cara de ídolo será imagen de Morena en los comicios federales de 2027? ¿El Vasco Aguirre y Rafa Márquez lo invitarán como motivador de la selección rumbo al Mundial? ¿Será el analista jodón en los partidos de la liguilla? Y conjeturé que era el momento para que, él mismo, tirara a la basura el fuero y se la jugara limpio en la cancha legal. Con honestidad, inteligencia y suerte quizá podría salir vivo y tener un futuro, porque una insistente acusación sexual no refutada rara vez queda en el olvido. Pero el bravo 10 del América no lo hizo. Hoy verá la final en su casa, con fuero.