Ernesto Zedillo regresó del mundo etéreo de los foros internacionales para ensuciarse otra vez los zapatos en la plaza pública nacional. Desde la comodidad de su cátedra —y su pensión dorada— pidió auditar las obras emblemáticas del obradorismo. Tren Maya, Dos Bocas, AIFA… todo bajo lupa, según el ex presidente que alguna vez convirtió al país en el paraíso de los rescates bancarios.

La respuesta de Claudia Sheinbaum fue quirúrgica: si vamos a auditar, que empiece el desfile por la pensión de Zedillo en el Banco de México. O sea, que saquen las cuentas de lo que cuesta mantener el silencio de los ex presidentes. Porque aquí nadie es inocente. Solo hay agendas.

Pero, como siempre en este país, hay un actor que no habla, no explica y no se inmuta: Banxico. El banco central, que presume autonomía y sigilo institucional, guarda los secretos como quien guarda las joyas de la abuela. Nadie confirma, nadie niega. Ni una línea para aclarar si el expresidente cobra, cobró o cobrará algo más que prestigio. La institución que vela por la estabilidad monetaria prefiere callar mientras el fuego político avanza.

Y ese silencio también es ruido. Porque en el México de los símbolos, que un expresidente critique al nuevo régimen desde una supuesta altura moral y que el banco central no se digne a dar contexto, es peor que un pleito. Es una coreografía ensayada. La narrativa se vende sola: Zedillo como juez, Claudia como heredera de la indignación justiciera, y Banxico como el mayordomo que guarda la caja fuerte sin saber si adentro hay oro o puro aire.

Zedillo, que hizo del pragmatismo una religión, aparece ahora como el paladín de la rendición de cuentas. La misma rendición que jamás aplicó al Fobaproa. La que no pidió cuando su gobierno permitió la mutilación del sistema ferroviario nacional. La que brilló por su ausencia cuando los banqueros lo contrataron como asesor apenas bajó de la silla presidencial.

Claudia, por su parte, juega a la continuidad aguerrida. Sale a defender a su mentor con uñas, dientes y facturas guardadas. Auditar a los otros es su escudo. Pero no toca ni con el pétalo de una duda las obras de AMLO, esas que siguen costando miles de millones y todavía no despegan ni en rentabilidad ni en lógica.

Y así, entre reclamos cruzados, el país asiste a una nueva versión del eterno espectáculo: los de ayer contra los de hoy, mientras los de siempre siguen sin ser auditados.

José Luis Parra

José Luis Parra es un periodista con más de 40 años de experiencia en medios locales y en Notimex. Fundador de SonoraPresente y autor de la columna Bisturí.

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