Releo el libro Le Rouge et le Noir (El rojo y el negro), publicado en 1984 por la periodista Catherine Nay. Es una investigación de dos años sobre la vida y obra de François Mitterrand, entonces presidente de Francia.

Me llamó la atención un pasaje de ese libro en el que Nay reproduce un discurso de ese reconocido hombre de Estado, que se refiere a la pluralidad y diversidad que existe en su país.

Mitterrand llegó al Palacio del Eliseo en 1981 postulado, la primera vez, por el Partido Socialista –del que fue líder– y el Partido  Comunista. Era la llamada “Unión de la Izquierda”.

Durante los dos primeros años de su mandato borró de su vocabulario la palabra “socialista”, por respeto a la pluralidad de la sociedad francesa.

En el discurso, pronunciado a la mitad de su septenio, dijo: “Lo que llamo socialismo, no es mi biblia. Yo debo expresar todas las voluntades de la nación. ¡Ah, ese apego que le tengo al pluralismo, a la diversidad!

“Y cómo quiero que Francia permanezca tan diversa y contraria, pero no contradictoria, bajo mi autoridad nunca se hará nada para alterar esa pluralidad”.

*De inmediato me brincó el contraste de esa postura con el discurso de la 4T.

Aquí no hay respeto por la pluralidad desde que AMLO llegó al poder en 2018. Mucho menos diálogo con la oposición que, les guste o no, representó alrededor de 44% de los votos en la última elección legislativa.

Aquí se descalifica y ofende a los que piensan diferente. La línea es el pensamiento único. Si no estás con ellos eres un traidor, un “vendepatrias”, que sólo busca el regreso de los privilegios, la corrupción. Se creen los dueños del pueblo.

*El discurso de Claudia Sheinbaum con motivo del 111 Aniversario de la Defensa del Puerto de Veracruz es el botón de muestra.

Usa un lenguaje despectivo, sectario, hacia opositores y críticos. De “vendepatrias” no baja a lo que llama PRIAN, todos los jueces y magistrados son corruptos y los columnistas e intelectuales críticos son “comentócratas”.

Sin mencionar su nombre se fue en contra del senador del PAN, Marko Cortés, por pedir ayuda a Estados Unidos para enfrentar el narcotráfico que ya controla parte del territorio nacional. Nótese el tono en la mañanera de ayer:

“México cambió. Antes ellos lo evaluaban como sus privilegios. México iba bien porque ellos tenían privilegios, desde comentócratas, “intelectuales” –entre comillas–, medios, personajes del PRIAN, que se beneficiaron del poder público.

“Entonces, ellos quisieran regresar a eso, pero eso ya no va a regresar, y no va a regresar porque el pueblo no quiere que regrese”, subrayó.

Pobre de Mexico, tan cerca de Trump y tan lejos de Mitterrand.

*Sobre el tema platicamos con la senadora Carolina Viggiano, secretaria general del PRI. Dice de la Presidenta:

“Trae el espiritu autoritario y muy sectario (de la 4T). Es muy preocupante, porque es la primera mujer que llega. No hace política”.

Ya encarrerada, se refirió al calificativo de “mujer fantástica” que Trump ha repetido cuando habla de la presidenta Sheinbaum. “Cada vez que lo dice, viene un golpe contra  nosotros o suaviza con esa palabra.

“No sé si sea ironía suya para burlarse de nosotros, porque hasta ahora hemos hecho lo que él ha querido. Ha conseguido de este país absolutamente todo”, puntualizó.

*Tenemos copia de la carta que el exgobernador de Chihuahua Patricio Martínez, le escribió al secretario general de Gobierno de Nuevo Leon, Javier Navarro Velasco.

En la misiva, Martínez reprocha al neoleonés sus declaraciones sobre el Tratado de Aguas con Estados Unidos que llevó a Trump a amenazar con poner aranceles a nuestro país, si México no cubre la cuota que debe entregar a agricultores de Texas. “Me parece extraño afirmar que Nuevo León es parte del tratado. Ninguna entidad federativa lo es. Ni Chihuahua, ni Coahuila, por si se pretendiera concluir que otros sí lo son”, dice el exgobernador del PRI.

El hombre, quien como gobernador enfrentó una crisis similar por el vital líquido, explicó que el tratado fija las bases para el uso y reparto equitativo conforme a cálculos y estimaciones razonables de las aguas que corren en el lecho del río Bravo, al haberse fijado la frontera como una línea que corre a la mitad.

“El tratado establece un tercio del agua en el lecho del Bravo como propiedad de Estados Unidos y este país reconoce que dos tercios de esos afluentes se contabilicen como reservas de México.

“Así se debe concluir que México no debe agua, no paga agua, no roba agua. El tratado reparte agua del río. Si éste no tiene agua porque no ha llovido, no hay líquido a repartir del flujo del Bravo”, concluyó.

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