Tierra de nadie, Michoacán ha resultado por años un botín tanto para los políticos como para el crimen organizado. Por lo menos desde hace cuatro décadas esa entidad no respira paz. Cuando no hay balaceras ocurren crímenes, levantones, desplazamientos humanos en poblaciones atenazadas por cuatro cárteles que se disputan el control de la entidad. Otro factor tan pernicioso como el crimen es el propio gobierno. El anterior Gobernador, Silvano Aureoles, prófugo de la justicia por el desvío de más de cinco mil millones en obras con sobreprecios, entre otras, los cuarteles de la policía estatal, ahora está prófugo, pero amparado; durante su Gobierno el crimen gobernó la entidad y obtuvo complacencias. Aureoles le heredó un estado fallido a Alfredo Ramírez Bedolla, quien en 2021 fue acusado, precisamente por el propio Aureoles, de haber arribado a la gubernatura con el apoyo del cártel de Sinaloa. Esta es, a grandes rasgos, una parte de la historia calamitosa de Michoacán en los dos últimos gobiernos.

El cierre del sexenio de Silvano Aureoles, Gobernador de Michoacán, resultó caótico y heredó un estado plagado de violencia y muerte. La entidad tanto entonces como ahora está atenazada por siete cárteles del narcotráfico que se disputan el territorio, desatan balaceras, persiguen a sus rivales, desplazan a los habitantes de decenas de municipios, causando terror y zozobra por todas partes. También se impuso el llamado derecho de piso por parte de los criminales, un negocio –extendido en todo el territorio –que causa dolor, furia e impotencia.

Pese a los llamados del actual mandatario, Alfredo Ramírez Bedolla, para que haya pacificación en la entidad y que cese la violencia, ésta continúa presente en todo el estado.

No obstante lo anterior, la presencia policiaca y de los miembros de la Guardia Nacional, en Michoacán la pacificación no llega: el crimen organizado, en particular los cárteles de Jalisco Nueva Generación, Los Viagras, Los Caballeros Templarios, células de los Beltrán Leyva y Los Correa –el nuevo cártel identificado recientemente –realizaron diversos bloqueos carreteros, incendiaron vehículos oficiales y privados, emprendieron ataques hacia los miembros de la Guardia Nacional y efectivos de la Policía Estatal.

Lo mismo ocurrió ayer miércoles 23. Doce tramos carreteros fueron bloqueados en la entidad por parte de civiles que robaron y quemaron vehículos para interrumpir la circulación.

Las autoridades michoacanas reconocieron que las carreteras bloqueadas fueron Uruapan-Carapán; Uruapan-Pátzcuaro, San Andrés Coru y Caltzonzin; San Andrés Ziróndaro-Santa Fe de La Laguna; Pátzcuaro-Erongarícuaro; Quiroga-El Correo; entrada a Tiríndaro, municipio de Zacapu; autopista Occidente km 280 en Huaniqueo; autopista Maravatío-Atlacomulco km 142; Morelia-Guadalajara; carrettera libre Vista Hermosa-Yurécuaro; La Piedad-Zamora; Apatzingán-Buena Vista, entre otras.

De acuerdo con información no oficial, estos son realizados por miembros de la delincuencia organizada como medida de protesta por las captura de uno de los líderes más sanguinarios que en el mundo del hampa es conocido como “El Tiro Loco”.

Las acciones de protesta se multiplicaron en todo el estado. En Uruapan, por ejemplo, a la altura de la estación de Petróleos Mexicanos que incorpora a la autopista siglo 21, rumbo a Pátzcuaro, se registró un bloqueo similar. En Apatzingán y en la región de Zamora también hubo ataques coordinados con vehículos incendiados.

En Apatzingán –tierra de nadie –fue bloqueada la carretera que conecta con Buenavista y la vía que comunica con la comunidad de San Juan de Los Plátanos; además, hubo un incendio vehicular en la colonia Hermenegildo Galeana. El primer evento fue producto de un accidente, según se dijo, en tanto que el segundo ocurrió como consecuencia de las protestas criminales. También fue incendiado un Oxxo.

En todos los puntos carreteros ya señalados, de acuerdo con los reportes, fueron quemados automóviles particulares –camioneras, coches sedán y hasta tractocamiones de carga. La violencia y las protestas se extendieron hacia Jalisco  y Guanajuato, donde gobiernan los cárteles de Santa Rosa de Lima, Jalisco y Sinaloa.

Este es el Michoacán que heredó Silvano Aureoles al actual Gobernador, Alfredo Ramírez Bedolla, quien en 2021 fue acusado públicamente se haber arribado a la gubernatura con el apoyo del cártel de Sinaloa. Él lo negó.

Aureoles, el exgobernador prófugo, interpuso una demanda de amparo para no ser detenido y un juez de alzada se la concedió tras el pago de 52 mil pesos como garantía.

El exmandatario buscó la protección de la justicia mediante el amparo, el pasado 21 de abril, contra algunas órdenes de aprehensión que solicitó la Fiscalía General de la República. El Juzgado Décimoprimero de Distrito en materia penal se lo concedió.

Por ahora, están detenidos cuatro exfuncionarios de la Administración de Aureoles. Ellos son Carlos Maldonado Mendoza, quien fungió como Secretario de finanzas; Mario Delgado Murillo, exdelegado administrativo de la secretaría de Finanzas y Administración, así como Elizabeth Villegas Pineda, exfuncionaria de la Secretaría de Seguridad Pública y José Antonio Bernal Bustamante, quien fuera Secretario de Seguridad Pública. Todos ellos están implicados en la causa penal 118/2025. Se les acusa de fraudes, peculado, ejercicio indebido del servicio público y delincuencia organizada.

Respecto a Silvano Aureoles, se le acusa de haber incurrido en actos de corrupción durante su gestión (2015-2021) , concretamente en la contratación –con sobreprecios –para el arrendamiento y construcción de siete cuarteles de la policía estatal. El monto: poco más de cinco mil millones de pesos. En días pasados, surgió el rumor de que Aureoles había sido capturado, pero todo indica que logró escapar. Sigue prófugo, aunque ahora está amparado.

La herencia de Aureoles en Michoacán

En los cuatro años de Gobierno del actual mandatario de Michoacán, Ramírez Bedoya, resulta claro que la entidad enfrenta un grave problema criminal –que impacta incluso hasta el propio gobierno estatal –que heredó Silvano Aureoles.

Balaceras, levantones, tiroteos, muertos, cobro de piso y control territorial son sólo algunos de los graves problemas que desde hace varios años enfrenta el estado y que se agudizaron durante el gobierno de Aureoles.

La propia Secretaría de Seguridad Pública del Estado, a través de su cuenta de Facebook, ha reconocido que el crimen organizado paraliza municipios; también que la población sufre violencia y miedo debido a los ataques armados.

Con estos actos de violencia extrema, que rebasa a las autoridades, el crimen organizado puso en evidencia la impotencia del Gobierno de Ramírez Bedolla, quien ya enfrenta saldos negativos en materia de seguridad: más de mil 500 asesinatos y cinco cárteles en disputa que han causado terror y desplazamiento de familias completas debido a la violencia imparable. Un ejemplo de este estado terrorífico es el municipio de Aguililla, tomado por hombres armados identificados como sicarios del CJNG.

Además de que ha sido señalado por sus presuntos actos de corrupción, el Gobernador de Michoacán, Ramírez Bedolla también es acusado de brindar protección al crimen organizado que opera en la entidad que gobierna. No sólo eso: Ha sido señalado públicamente de haber llegado a la gubernatura con el respaldo de células del cártel de Sinaloa. Lo anterior fue denunciado ante la OEA por el exmandatario michoacano, Silvano Aureoles. Según el exmandatario, entregó pruebas tanto en Estados Unidos como en México, pero nada se ha investigado al respecto.

Ramírez Bedolla ha sido una figura decorativa frente a la violencia de los grupos criminales. Cada vez que se lo proponen, los cárteles toman el control territorial y el Gobernador queda reducido a una figura menor, un simple espectador del desastre.

Así lo demostró el año pasado el jefe del cártel de Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera, al disponerse a tomar el control del municipio de Aguililla –su terruño natal –, lo cual hizo extrañamente luego de que tanto elementos del Ejército como de la Guardia Nacional abandonaron el municipio.

La irrupción del CJNG en Michoacán ha sido violenta. No son nuevas las arremetidas de ese cártel por imponer su Ley en un estado clave para el tráfico de drogas: en varias ocasiones se ha enfrentado a los grupos locales. La guerra ha sido con Los Viagras, La Familia Michoacana o bien con grupos de autodefensas que han sido financiadas por otros cárteles. Por ello, no todas defienden los intereses de la sociedad sino del crimen.

El estado de Michoacán ha estado tomado siempre por el crimen y los mafiosos han dado muestras de su poder mediante ejecuciones frecuentes, emboscadas de policías y militares –una de ellas ocurrida precisamente el año pasado en un camino hacia Aguililla –, por lo que es claro que en el territorio impera un vacío absoluto de poder.

Estado en crisis

A cuatro años de haber tomado posesión como Gobernador, Alfredo Ramírez Bedolla tiene el estado plagado de cárteles y de violencia. En total son siete los grupos criminales en operación que han provocado un elevado nivel de muertes. Tan sólo en el 2020 –todavía era Gobernador Silvano Aureoles — por ejemplo, la entidad registró más de 2 mil 600 asesinatos, todos ellos, producto de los enfrentamientos entre los cárteles de la droga, según reconocen las propias autoridades estatales. Y en lo que va del año se registran mil 200 crímenes, todos impunes.

El crimen en Michoacán tiene larga historia. La inseguridad se salió de control en 2006, cuando los cárteles de La Familia Michoacana, Los Zetas y los hermanos Valencia Cornelio se enfrentaron por el control del estado.

A pesar de que en ese año el entonces Presidente Felipe Calderón arrancó su guerra contra el narcotráfico en esa entidad, con la puesta en marcha de los Operativos Conjuntos, el crimen organizado no pudo ser abatido, por el contrario, se fortaleció a grado tal que la violencia se agudizó como no se había visto en años anteriores.

Los niveles elevados comenzaron a escalar todavía más sin que hubiera contención policiaca ni militar. Cárteles como el de Jalisco Nueva Generación, Sinaloa, Familia Michoacana, Caballeros Templarios, Los Valencia, Los Cuinis y Los Viagras comenzaron una guerra por el control de la plaza, la cual prevalece hasta ahora.

Otro ejemplo de esta batalla sin tregua fue el hallazgo de varias narcomantas –un fenómeno muy recurrente en una entidad sin ley –que puso en evidencia el grado de normalización de la violencia. El mensaje atizaba la guerra:

“Gente bonita, siga con su rutina, haz patria y mata a un viagra”

El grupo criminal “Los Viagras” es uno de los protagonistas de la guerra entre cárteles en Michoacán; de acuerdo con información de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, este cártel es uno de los más importantes productores de metanfetaminas que se distribuye en California. También se le adjudican otras operaciones delictivas como las extorsiones a productores de aguacate y empresarios de la entidad.

Michoacán y su principal puerto marítimo –Lázaro Cárdenas –es un punto estratégico para el crimen organizado; por esa entidad arriban los cargamentos que provienen de Sudamérica. La droga arriba por la zona conocida como Coahuayana, región bañada por las aguas del Pacífico, por donde llega la droga en barcos, lanchas –los pescadores también la pescan flotando en el mar –o bien es transportada incluso en submarinos, los llamados sumergibles, aparatos que, repletos de drogas, provienen de Colombia o Venezuela.

La ruta que sigue la droga –cocaína, precursores químicos e incluso heroína –es el estado de Guerrero, centro turístico internacional; luego se lleva al norte del país y cruza la frontera para llegar a Estados Unidos, el voraz mercado de consumo. Otra parte se dirige hacia el sur: Morelos y la ciudad de México, centro de alto consumo protegido por las autoridades.

Los cárteles de Jalisco y Los Viagras están enfrentados desde el 2014, aunque la guerra en esa entidad lleva al menos 40 años. Ambos grupos criminales se pelean el control del estado, el mercado de las drogas sintéticas, secuestros, extorsiones y el tráfico humano.

El narco, imbatible

La impunidad que priva en el estado que gobernó el perredista Silvano Aureoles –cuya herencia sigue perturbando el territorio michoacano — ha desatado el surgimiento de decenas de organizaciones criminales, pues ven en estado un vacío de poder legal, caldo de cultivo para el florecimiento del crimen.

Las autoridades aceptan esta realidad. De acuerdo con un estudio de la Fiscalía del Estado sobre el narcotráfico, en la entidad operan un total de siete cárteles y sus ramificaciones se extienden a lo largo y ancho del estado e incluso alcanzan a Guerrero, Estado de México y la capital del país.

Según el informe, el territorio michoacano está controlado por La Familia Michoacana, “El grupo Ceniza”, “El grupo Gallito”, “El grupo de El Metro”, “El grupo del Brazo de Oro”, “Los Viagras” y “El Cártel de Jalisco Nueva Generación”. Todos estos grupos florecieron durante el gobierno de Silvano Aureoles y hasta la fecha siguen siendo una pesadilla.

Con el paso de los años, el narcotráfico ha cambiado su dinámica en el estado. Luego de la desarticulación, en 2014, del cártel de “Los Caballeros Templarios”, que tenían el poder hegemónico en la región –este grupo se debilitó debido a la captura y abatimiento de algunas de sus piezas importantes –el crimen organizado se partió y esto dio origen al surgimiento de  nuevas unidades delictivas más pequeñas que operan en ese territorio y se han aliado a otras organizaciones criminales.

Según reportes policiacos consultados, desde hace varios meses en Michoacán se desató una batalla campal por el control del territorio y el boyante mercado de las drogas.

En este escenario, el cártel de “Los Viagras” le declaró la guerra al Cártel de Jalisco. Decididos a no dejar el estado en poder de Nemesio Oseguera, “El Mencho”, los hermanos Sierra Santa –fundadores del grupo criminal “Lo“ Viagras” –unieron a los cárteles más pequeños que controlaban algunos territorios michoacanos, aun cuando fueran enemigos, para confrontarlos con Oseguera.

La guerra dejó un saldo sangriento. Como consecuencia,  cártel de Jalisco resultó ser la organización criminal más peligrosa y la que más ha crecido en los últimos catorce años, tanto, que en los más recientes informes de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos –la DEA –el cártel que comanda “El Mencho” aparece como el más hegemónico en 22 entidades del país y su expansión es imparable.

Con los más recientes enfrentamientos ocurridos en las demarcaciones de Buena Vista y Apatzingán, donde las balaceras duraron hasta seis horas –atacaron iglesias, utilizaron explosivos y los pobladores tuvieron que abandonar sus casas por temor a morir –Los Sierra Santa y “El Mencho” no bajaron las armas, por el contrario, continuaron su guerra sembrado terror y muerte en el territorio que gobierna Ramírez Bedolla.

Estos enfrentamientos generaron escenas de horror, como ocurrió con las decenas de cuerpos que fueron colgados en el municipio de Uruapan. Se afirma que los sometieron a tortura; fueron interrogados a golpes; luego los rafaguearon y después los colgaron. Patética la escena.

La batalla entre cárteles no ha tenido tregua en Michoacán. De 2011 hasta 2014 el cártel de Los Caballeros Templarios mantenía el control del mercado de las drogas en la entidad.

“El Chayo” –así le apodaban a Nazario Moreno, el líder y fundador de esa organización delictiva, quien fue ejecutado –sembró terror y su poder delincuencial se extendió por todo el estado.

Desde entonces, los pobladores de la mayoría de los municipios michoacanos no pueden dormir en paz. Y esto lo reconoce el mandatario estatal, Ramírez Bedolla, quien recientemente aceptó que “el talón de aquiles” que enfrenta el estado es la violencia causada por el crimen organizado.

Expuso que el impacto causado por los homicidios dolosos obedece a la violencia generada por el crimen organizado, “por la guerra entre cárteles”, que se disputan el control del estado.

Detalló sin tapujos:

“Si hay un tema que se ha ido agudizando es el de la inseguridad”.

Los homicidios se han duplicado. Tan sólo en el 2020 en Michoacán se registraron dos mil 600 asesinatos. Antes, en 2019, la cifra fue de dos mil 046 muertes y mucho antes, en el 2015, se contabilizaron 800 ejecuciones, lo que evidenciaba ya el tamaño de herencia que dejaría Silvano Aureoles.

Según los informes policiacos, los municipios más violentos del estado son Zamora, Morelia, Uruapan, Ario de Rosales, Jiquilpan y Tangancícuaro. La violencia en Michoacán no es nueva: fue uno de los primeros estados exportadores de marihuana, pues si algo caracteriza a la entidad es la fertilidad de su tierra.

La hegemonía que ejerce en el estado el cártel de Jalisco quedó en evidencia, una vez más, en un video difundido en redes sociales por los publirrelacionistas del ese cártel.

La guerra de El Mencho

Nemesio Oseguera Cervantes ha sembrado violencia y muerte en Michoacán. Un ejemplo:

Habla “El Mencho” (Nemesio Oseguera, el líder):

“Pueblo de Tepalcatepec, soy Mencho, les quiero aclarar que mi guerra es contra “El Abuelo”, May Parra y con la gente que levante un arma en contra de mi gente. Le pido a toda la gente inocente que no salgan de sus casas, no queremos afectarlos, ustedes saben bien que a mi me gusta apoyar al pueblo, siempre veo por su bienestar”.

“El Abuelo” al que se refiere “El Mencho” se llama Juan Farías Álvarez y lidera una autodefensa. Es originario de Tepalcatepec y en alguna etapa fue relacionado con el Cártel de Jalisco.

Según los reportes policiacos, Farías habría permitido que el cártel de Jalisco penetrara en la demarcación de Los Reyes. Antes había representado a otro grupo criminal –“Los Jaliscos” –, donde fue uno de los más importantes operadores.

De ser socios, “El Abuelo” y “El Mencho” terminaron divididos por el odio. La ruptura ocurrió tras el intento de asesinato de un presunto narco con el que Farías tenía una alianza. Su nombre: Miguel Ángel Gallegos Godoy. Por ello, “El Abuelo” bloqueó los accesos a Tepalcatepec y les clausuró a sus exsocios de Jalisco la entrada a Apatzingán, Buenavista y otros territorios. Desde entonces la guerra no tiene tregua.

Farías ha sido detenido en varias ocasiones por el Ejército, por presuntas ligas con el tráfico de drogas, pero todas las ha librado, según los argumentos oficiales, por falta de pruebas.

Así, en los últimos dos periodos gubernamentales –el de Silvano Aureoles y Alfredo Ramírez Bedolla –el estado de Michoacán ha sido un botín tanto para los políticos de la llamada izquierda progresista –una verdadera farsa –como para el crimen organizado.

Ricardo Ravelo

Ricardo Ravelo Galó es un periodista mexicano especializado en temas de narcotráfico, justicia y seguridad. Ha trabajado en medios como Proceso y ha publicado diversos libros de investigación sobre crimen organizado y política en México.

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