Los corridos dividen a México: entre la apología del narco, la censura estatal y la voz popular

Prohibiciones, señalamientos y ajustes musicales reavivan el debate sobre los límites de la libertad de expresión

Barack Obama también se dejó contagiar por la fiebre de los corridos tumbados. En 2023, el expresidente de Estados Unidos incluyó en su lista de éxitos veraniegos una de las canciones de Peso Pluma, su principal exponente. No fue el único en sucumbir a un género que reventaba las listas de éxitos por todo el mundo. Dos años después, la influencia del regional mexicano no ha amainado, pero sus aristas éticas —el canto al narcotráfico, a veces para narrarlo, a veces para ensalzarlo— harán muy difícil que una figura de perfil político internacional como Obama lo reivindique de nuevo. La vieja polémica alrededor de las letras de los grupos y cantantes del conocido como regional mexicano no ha hecho más que crecer después de que Los Alegres del Barranco ensalzaran la figura del narco más buscado de México, El Mencho, con la proyección de las pocas imágenes que se tienen de él durante su concierto.

El debate sobre los corridos tumbados y narcocorridos ha escalado nuevamente en México, luego de una serie de prohibiciones estatales, sanciones internacionales y controversias públicas por su presunta apología del crimen organizado. La más reciente polémica se desató cuando Los Alegres del Barranco proyectaron imágenes del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, “El Mencho”, durante un concierto en la Universidad de Guadalajara, mientras interpretaban un corrido que lo elogiaba.

Estados Unidos respondió con la revocación de visados a los integrantes del grupo por promover al narcotráfico, mientras en México varios estados como Jalisco, Nayarit, Guanajuato, Sinaloa, Chihuahua, Quintana Roo y el Estado de México han comenzado a prohibir conciertos que hagan apología del narco. La Feria del Caballo en Texcoco terminó en disturbios cuando el cantante Luis R. Conríquez se negó a cantar narcocorridos, tras advertencias del Gobierno del Estado de México.

La controversia ha alcanzado a artistas como Junior H y Grupo Firme, quienes han decidido alejarse del género en sus recientes presentaciones y producciones. A pesar de haber interpretado en el pasado canciones sobre figuras como Ovidio Guzmán o Rafael Caro Quintero, Eduin Caz, vocalista de Grupo Firme, aclaró que esas piezas eran “ficticias” y que su nuevo álbum, Evolución, no incluye corridos tumbados.

Luis R. Conríquez también anunció un cambio en sus composiciones, afirmando que “no va a haber corridos en los eventos de aquí para adelante”, al tiempo que pidió comprensión a su público por lo que calificó como una situación compleja.

Desde el ámbito académico, investigadores como José Manuel Valenzuela y Ainhoa Vásquez advierten sobre el riesgo de criminalizar la producción cultural. Para Valenzuela, “el Estado no puede decidir lo que una persona puede escuchar”, y recuerda que prohibiciones anteriores han fracasado, como en 1987, cuando el entonces gobernador de Sinaloa, Francisco Labastida, intentó censurar los corridos.

La presidenta Claudia Sheinbaum impulsó recientemente el programa “México canta y encanta”, un concurso para promover música sin violencia entre jóvenes. Sin embargo, colectivos como Preciosa Sangre, editores del libro El corrido es también parte del paisaje, alertan que el enfoque estatal podría derivar en un control de la narrativa cultural. “Donde no hay Estado, hay corrido todo el tiempo”, señaló Diego García, uno de sus fundadores.

Expertos coinciden en que el corrido no desaparecerá, pues forma parte del paisaje sonoro y cultural de México desde el siglo XIX. La discusión actual gira en torno a cómo regular su difusión sin caer en censura, y cómo promover un análisis crítico desde las aulas en lugar de optar por el veto o la criminalización.

La polémica continúa mientras el género sigue ganando terreno a nivel internacional, y sus letras, divididas entre la crónica y la glorificación, se convierten en el nuevo campo de batalla entre libertad artística, responsabilidad social y control estatal.

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