La unidad de Morena es discurso. Ya se distinguen dos grandes bloques. Uno lo integran obradoristas que respaldan las intenciones presidenciales de Andy López Beltrán, secretario de Organización de Morena. El otro lo conforman “claudistas” –por así llamarlos– incondicionales de la presidenta de la República. Los encabeza Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena, cuyo liderazgo es débil. Ambos aparentemente hacen equipo para afiliar 10 millones de mexicanos al partido guinda, pero una fuente confiable del guinda (las hay) nos dice que no es así.
Hay fricciones entre Luisa María y Andy, porque éste no respeta jerarquías y asume decisiones que no le corresponden, asegura. Esas diferencias se proyectan hacia mandos medios y superiores y, en última instancia, hacia la base. Son como minas sembradas en el camino de Morena. “Ahorita se aguantan porque no hay definiciones, pero espérate a que se acerquen las elecciones y verás la que se viene: la rebelión anunciada”, pronostica la fuente.
Ya hay brotes de rebelión. Allí está el caso de los 80 diputados de Morena (casi la tercera parte de la bancada) que exigieron la renuncia de Ariadna Montiel, secretaria de Bienestar. En reunión interna de la bancada guinda en San Lázaro, acusaron a Montiel de ser “prepotente” y “grosera”, de no tomarles las llamadas, de actos de corrupción y hasta de intentar obligarlos a “meterse en temas ilegales”.
La Secretaría de Bienestar es la más rica de todas. Es clave en la dispersión de los 835 mil millones de pesos presupuestados este año para los programas sociales. Sheinbaum respaldó la gestión de Montiel. Fue categórica a la hora de rechazar la demanda de los 80 diputados de Morena. “Es una mujer extraordinaria. Hace un excelente trabajo”, declaró en alguna mañanera. El caso se cerró, pero el agravio a los diputados sigue.
Otro “pleito interno” lo protagonizaron el senador Adán Augusto López y el diputado Ricardo Monreal, el pasado mes de diciembre. Adán, identificado con AMLO, encendió la mecha. Implicó al zacatecano en supuestos malos manejos de los recursos del Senado, cuando fue coordinador de la bancada de Morena. En su respuesta, Monreal retó a Adán Augusto a concretar su denuncia “y que la autoridad aclare”.
El diputado le dijo no a la maquinación de delitos, las maniobras y la construcción de argucias, pero también a los pactos de impunidad. Por supuesto que la denuncia nunca se presentó, pero el agravio quedó. Monreal no terminó bien con AMLO, se ubica más en el bloque de Sheinbaum.
* En el caso de la alianza oficialista las cosas no se ven mejor. El alejamiento de ese imán que fue AMLO ha propiciado que los partidos aliados se sientan ignorados, desplazados, maltratados. La fuente nos asegura que, si la ley contra el nepotismo hubiese arrancado en 2027, como proponía originalmente la Presidenta, el PVEM se hubiese salido de la alianza oficialista y adiós mayoría calificada en ambas cámaras.
¿Por qué? Resulta que la única gubernatura del PVEM es San Luis Potosí. El gobernador, Ricardo Gallardo, le quiere heredar el trono a su esposa, la senadora Ruth González.
La ley contra el nepotismo ponía en riesgo las ambiciones monárquicas del gobernador y su partido. La Presidenta optó por el pragmatismo y cedió. La Ley entrará en vigor hasta 2030. Tema aparte es el PT, tratado como la “muñeca fea” del oficialismo. El problema aquí es la iniciativa de reforma electoral que la Presidenta tiene planeado enviar al Congreso, para eliminar a los legisladores plurinominales en el Congreso.
* Se viene el segundo round de la pelea entre Claudia Sheinbaum y Ernesto Zedillo. La Presidenta adelantó que hoy va a informar sobre el Fobaproa (Fondo Bancario de Protección al Ahorro), que se instrumentó en el sexenio del penúltimo presidente del PRI (1994-2000).
Con el Fobaproa, dijo, “millones de familias perdieron todo, se rescató a los empresarios y no al pueblo, convirtió las deudas privadas en deuda pública, que aún se está pagando”.
Lo que no dijo es que, si Zedillo no echa a andar ese instrumento, el sistema de pagos se habría derrumbado y hubiésemos terminado peor de lo que vivió Argentina en tiempos recientes. Zedillo no se quedó callado. Propone nombrar a un auditor independiente, internacional, y sin ningún posible conflicto de interés, para revisar un conjunto de proyectos emprendidos por el gobierno de López Obrador.
1. La destrucción de un aeropuerto de clase mundial: cuánto costó en su totalidad y la cuantificación de los beneficios perdidos para el desarrollo del país por lo mismo.
2. La construcción de la refinería de Dos Bocas. Su costo excesivo de construcción y en relación con posibles beneficios.
3. La construcción del tren Maya, cuantificando no sólo sus costos económicos respecto a sus beneficios, sino también el costo del irreparable daño ecológico causado.
No pide nada del otro mundo. Es transparencia y más transparencia, pero de eso nada quiere saber la cuatroté. Con su mayoría artificial en el Congreso ya legisló que las Fuerzas Armadas, Pemex y la CFE queden exentos de transparentar obras públicas. Así se las gastan.