Era enero de 2024. El periodista Fernando Morales-de la Cruz estaba, como cada año, en Davos, Suiza, durante el Foro Económico Mundial. No estaba allí para hacer negocios, sino para aprovechar el gran escaparate de la prensa económica mundial y hablar sobre el trabajo infantil. Desde allí, envió una carta abierta al Papa Francisco. Con ella, comenzó una relación inusual entre un periodista y el líder de la Iglesia católica.
En el mundo trabajan unos 373 millones de niños entre 7 y 14 años, según un estudio de 2022 de investigadores de las universidades de Zúrich y Pensilvania. De ellos, al menos 75 millones trabajan en las cadenas de suministro de 2 mil 500 empresas participantes en el Foro de Davos. Las naciones del mundo se comprometieron ante la ONU a eliminar el trabajo infantil en 2025. Han hecho compromisos en el G7 y en la Unión Europea. Según Fernando, ni las empresas ni los gobiernos han hecho nada sustancial para lograrlo.
En EU, casi un millón de niños trabajan. En México, trabajan cerca de cinco millones. “No hay ningún programa para combatir el trabajo infantil consecuencia del modelo de negocios de corporaciones y empresas de todo tipo. Esto además de violar los derechos de los niños viola la cláusula sobre trabajo infantil en el T-MEC”, me dijo Fernando.
Un día después de que la carta de Fernando se hiciera pública, en enero de 2024, lo buscaron desde el Vaticano. Le dijeron que Francisco la había leído. Después, Fernando tuvo varias reuniones con altos funcionarios del Vaticano y estuvo en una reunión que presidió el Papa. Este año, justo cinco días antes de que comenzara el Foro de Davos, Francisco declaró que “tomar conciencia de lo que compramos es un primer acto para no ser cómplices”. Luego, dijo a los periodistas: “no tengan miedo, denuncien estas cosas”.
Esta semana, Fernando supo de la muerte del Papa por las noticias, poco después de que ocurriera. Dos horas más tarde, ya estaba en un tren desde Estrasburgo, donde vive, en camino a Roma. Francisco no logró grandes cambios en la Iglesia respecto a sus inversiones, ni consiguió que otros Estados cumplieran sus compromisos de eliminar el trabajo infantil. Pero el hecho de poner el tema en la prensa, me dijo Fernando, es algo que nunca había ocurrido en la historia del Vaticano.
En Roma, en los últimos días, Fernando ha dado más de 10 entrevistas. Ha logrado que grandes medios publiquen cómo, en los últimos años, las leyes para proteger a los menores de edad que trabajan legalmente en EU se han debilitado. Ahora, parte de los despidos masivos en el gobierno de Trump está afectando justamente a quienes vigilaban los derechos humanos de trabajadores fuera de EU, incluidas las cadenas de suministros de las grandes compañías estadounidenses.
En los últimos días, con la muerte del Papa se ha debatido si la Iglesia elegirá un nuevo líder más conservador, en línea con muchos de los votantes de hoy, o uno que responda a los embates contra las mujeres, los migrantes, los homosexuales, de muchos gobiernos de derecha. Los medios han publicado listas de posibles sucesores de Francisco, pero en ellas, los antecedentes de esos candidatos acerca del trabajo infantil ni siquiera se han mencionado. Por eso decidió Fernando ir a Roma, y hablar con la prensa sobre lo que vivió, lo que hace y, sobre todo, lo que falta por hacer.