Una enfermedad que se suponía erradicada ha regresado. En algunas partes del mundo se desprecian las vacunas, lo que se ha sumado a que en nuestro país disminuyó drásticamente la tasa de vacunación durante el sexenio pasado. Vergonzoso, dado que el sarampión se consideraba eliminado de nuestro continente desde 2002. Ahora en México, tan solo en este año, van 362 casos y un deceso por esta enfermedad.

Miles de infectólogos, pediatras e internistas -por mencionar algunos especialistas- llamaron a que NO se disminuyan los esquemas de vacunación en México. Hay enfermedades, como es el sarampión que, además, incrementa su aparición de manera exponencial ante bajas tasas de vacunación. De acuerdo a la OMS, “…el sarampión es una enfermedad viral muy contagiosa.

Se propaga fácilmente cuando una persona infectada aspira, tose o estornuda. Puede provocar una enfermedad grave, complicaciones o la muerte. El sarampión puede afectar a cualquier persona, pero es más común entre los niños. Antes de propagarse por todo el cuerpo, el virus infecta las vías respiratorias. Los síntomas incluyen fiebre alta, tos, secreción nasal y una erupción cutánea que se extiende por todo el cuerpo.” Hasta aquí la larga pero necesaria cita.

En el caso del sarampión, la falta de vacunas contra esta enfermedad la vuelve doblemente grave al ser tan contagiosa (RO de 16-18). Por lo cual se requiere que un país tenga al menos el 90% de su población cubierta por la vacuna para controlar el contagio. De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud, actualmente en México estamos casi al 76%. A nivel mundial entre 2000 y 2022, la vacunación evitó 57 millones de muertes solo por sarampión. Tiempo después, debido a la NO vacunación, las muertes estimadas por sarampión a nivel mundial aumentaron un 43% tan solo de 2021-2022, pasando de 95 mil a 136 mil 200 personas.

Se aplaude que el doctor David Kershenobich, secretario de Salud, pidiera retomar el esquema de vacunación completo. Desafortunadamente, su anuncio difícilmente podrá paliar el rezago que se generó en el país a partir del sexenio pasado. Mismo si la vacunación ocurriera a marchas forzadas.

Otra titánica labor heredada por López Obrador, de la cual ahora debemos preocuparnos. Antes México era de los países con las más altas tasas de vacunación, mientras que actualmente enfrentamos la amenaza de un brote nacional. El ‘segundo piso de la transformación’ tiene que resolver las consecuencias de lo que, por desidia, incompetencia y/o desvío de recursos se ha generado.

Es fundamental priorizar la campaña de la Semana Nacional de Vacunación (26 de abril al 3 de mayo).

En esta ocasión no se puede culpar ni a Felipe Calderón ni a los españoles del nuevo brote de sarampión. Sí a quien determinó disminuyera el nivel de vacunas en nuestro país, cuando que vacunarse es la mejor manera de evitar contraer sarampión y muchas otras enfermedades altamente nocivas.

Da rabia que se les dijo y no hicieron caso. Una enfermedad más, un miedo más que nadie debería estar viviendo. Por lo cual el mensaje hoy debe ser claro y conciso: que todos los niños, adolescentes y adultos, especialmente los parientes de enfermos y profesionales de la salud, reciban y tengan un esquema de vacunación completo, incluyendo la vacuna contra el sarampión.

Dado que el sarampión está otra vez entre nosotros, urge la vacunación masiva y urge entender el daño inmenso generado.

Tres en Raya
¿Qué es peor, no creer en las vacunas, como Joe Kennedy, actual secretario de Salud de los EEUU, o no comprar las vacunas necesarias para el país, y ese dinero dedicarlo a elefantes blancos contaminantes, como el Tren Maya. No lo sé, pero ambas cosas son condenables, sin duda.

Verónica Malo Guzmán

Verónica Malo Guzmán es politóloga, consultora política y columnista de opinión. Miembro de International Women’s Forum, destaca por su análisis crítico y su experiencia en temas de política y sociedad.

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