Vi a Anderson Cooper esperar media hora en la cola para recibir su acreditación de prensa, y a dos monjas de la República del Congo negar dulcemente una entrevista a una televisora europea, luego supe que eran misioneras heroicas en tierras de tenebrosidades, y a fornidos alemanes con rosarios.

Al final, y después de sólo 20 minutos en la fila, vi en la Basílica de San Pedro el cadáver de Francisco, quien amarilleado, pero impecable para la ocasión, parecía decirnos a los miles que lo mirábamos sin poder detenernos a observarlo: gracias por venir, no os olvidéis de rezar por mí.

Un cardenal italiano que parecía acabar de ser elegido en el casting de la secuela de Cónclave, de Edward Berger, bendecía a un grupo de hindúes al lado de la Capilla del Coro de la majestuosa, ostentosa, intimidante catedral. Y vi llorar a octogenarios filipinos y sonreír a italianos silenciosos, elegantes incluso en la precariedad de la ocasión.

Lo que no hallé fue disneyficación. La conocí lo mismo en Nueva Orleans que en Auschwitz. De Roma me marcho con el aprendizaje de que occidente se reserva, al menos, un evento que congrega a cientos de miles de visitantes sin degenerar en un parque de atracciones: la ceremonia luctuosa de un Papa, del Papa que trató de desatar a Jesús de la Sacristía. Arrivederci.

Ciro Gómez Leyva

Ciro Gómez Leyva es periodista y escritor, reconocido con premios como el Rodolfo Walsh y el Nacional de Locución. Conduce Ciro por la Mañana en Radio Fórmula y es autor de la columna 365 días, consolidándose como una de las voces más influyentes del periodismo mexicano.

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