Qué bonito… Homenajearon a ‘El Mencho’, jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación, en la Universidad de Guadalajara. Lo hizo la banda sinaloense Los Alegres del Barranco en un concierto que ofrecieron en el auditorio Telmex, propiedad de la UdeG. No fue algo fortuito, sin importancia. Tenían programadas y proyectaron fotos del capo desde que era joven.
Pero tampoco es que los asistentes hayan protestado; al auditorio se le veía alegre, coreando las canciones y aplaudiendo contenidos y escenografía.
¿A dónde hemos llegado? La descomposición social de la que tanto he hablado en mis contribuciones quiere ser naturalizada por distintos actores. En este caso, un grupo musical rinde homenaje a un delincuente, en una universidad que es financiada con recursos públicos… y los asistentes tan tranquilos.
La descomposición es tal que en el mismo estado se tiene un rancho con fosas, con restos humanos óseos, ropa y zapatos de víctimas hallados hace menos de un mes, pero todo lo anterior no importa. Se hace una apología del delincuente a través de “El Señor de los gallos”, el corrido dedicado a ’El Mencho‘.
¿Dónde está la empatía por las madres (y los padres) buscadores? El México que sufre por y llora a sus desaparecidos se esfuma en una rola.
Algunos señalan que el error radica en haber autorizado el evento, indagando y sancionando a estos. Valdría la pena recordar que en la libertad de expresión que aún impera en el país (cada día más restringida) y la misma que se supone campea completamente libre en las universidades, NO sería necesario checar lo que va a tocar o cantar determinado grupo. Sin embargo, este tipo de “homenajes” generan nuevas restricciones que no deberían ser y que terminamos pagando todos. Pensémoslo de cuando acá se tiene que revisar el contenido que se presenta en una universidad. Pues eso, por lo visto se ha perdido toda lógica y congruencia de lo que se debe admirar y de lo que se debe condenar.
Desde la palestra presidencial, Claudia Sheinbaum condenó el hecho y exige una investigación. Se aplaude. Qué bien que se pida una investigación, qué mal que el gobierno de la 4t haya sido el primero en lanzar una política de dar abrazos a personajes del crimen organizado. Contradictorio condenar esta apología del delito, cuando la misma se dio durante ¡seis años! desde Presidencia y círculos allegados a esta.
Ojalá que esa condena de la Presidencia se reflejara también en generar políticas y programas de gobierno que no solo combatan el consumo de drogas, del fentanilo, por ejemplo, sino que sean también de reconstrucción del tejido social.
Esa reconstrucción no es algo sencillo, ni consiste en repartir dinero a jóvenes que ni estudian ni trabajan. ¿Dónde está el programa que debía ser el central del segundo piso de la transformación? ¿Uno que implique la reconstrucción de una sociedad en torno al trabajo digno, meritorio, pertinente? ¿Una reconstrucción del tejido social que tenga por principio el respeto irrestricto a las normas, al Estado de derecho?
Una recuperación de los valores de convivencia social, entendiendo que los mismos no son concesiones de un partido o de un gobierno. Valores que incluyen el podernos ver todos como iguales y castigar a quien azuce la división, el encono y las ventajas políticas.
No se puede estar alegre sabiendo que estamos sumidos en el peor de los barrancos. Y allí estamos, que no quepa la menor duda.
Giro de la Perinola
El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, reprobó el acto aquí referido, mas nada dijo de encauzar una investigación y dictar sanciones (luego se supo que la multa a los dueños del recinto fue la “friolera” de 33 mil pesos).
Lo que sí hizo Pablo Lemus fue anunciar que el gobierno estatal vetará presentaciones de los artistas que hagan apología del delito. Bien siempre y cuando no se considere callar a quienes señalan las pifias, corruptelas y horrores de los gobiernos federal y locales. La línea de vetar y terminar con la libertad de expresión es extremadamente delgada.