Donald Trump juega con los aranceles como si fueran fichas de póker. Un día sube la apuesta, al siguiente se echa para atrás y, entre tanto, las economías de sus socios comerciales quedan en vilo.

Hoy es México quien recibe una bocanada de aire fresco, al menos hasta el 2 de abril, pero con Trump, la fecha de caducidad de cualquier acuerdo es un misterio. Por lo pronto, en Canadá estarán molestos, pues seguirán esperando turno, atrapados en el drama entre el mandatario canadiense y el estadounidense.

Algunos medios internacionales advierten que los líderes mundiales se están cansando del látigo gringo.

A nadie le gustan los bullies.

La estrategia de Donald Trump es generar incertidumbre y luego vender cualquier concesión como un logro a su base electoral. Los mercados se tambalean y los CEO de las grandes empresas corren a la Casa Blanca para, al final, volver a repetir el ciclo con un nuevo berrinche.

Trump no es un estratega, es un actor en su propio reality show.

Así como AMLO solo le preocupaba su popularidad, a Trump solo le importa el rating de su performance de César moderno.

Aun así, todo este caos arancelario no le está beneficiando al pueblo estadounidense.

Los aranceles, en teoría, deberían fortalecer la economía estadounidense. Pero cuando se aplican sin ton ni son, sin una visión clara y con un discurso que cambia cada semana, solo generan caos.

Y el caos tiene un costo.

Empresas que no saben si invertir, consumidores que empiezan a temer por los precios y socios comerciales que, tarde o temprano, buscarán otras opciones.

Todo esto lo reportan medios como CNN.

Canadá y México no pueden mover su geografía, pero sí pueden diversificar sus relaciones. Y si Trump sigue empujándolos, China y la Unión Europea estarán encantadas de abrirles la puerta.

El problema no es solo comercial.

Es la constante erosión de la confianza.

Estados Unidos pasó décadas construyendo su liderazgo basado en reglas claras y acuerdos estables. Ahora, ese liderazgo se tambalea porque su presidente prefiere gobernar a base de impulsos.

El mundo está cansado de la montaña rusa trumpista, y la pregunta ya no es si las economías aliadas pueden aguantar este juego, sino cuánto tiempo más están dispuestas a jugarlo.

Así que, por ahora, México respira, pero sin hacerse muchas ilusiones. Porque con Trump, la única certeza es la incertidumbre.

La duda no es si habrá otro berrinche, sino cuándo.

Juan Luis Parra

Juan Luis Parra es licenciado en Mercadotecnia, diseñador web y programador con más de 8 años de experiencia. Director de SonoraPresente y fundador de AgenciaSP, actualmente lidera proyectos de publicidad y diseño en varias industrias. [email protected]

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