Disfrutemos las buenas discusiones en el Senado. Son pocas y se necesitan más y mejores. No por el acto de discutir en sí, sino por aquello de debatir: dar y escuchar razones, datos y buenos argumentos de cara a la República.

Por supuesto que debates de altura implican no decir mentiras, lo que incluye no manipular ni decir medias verdades. Tampoco meterse con asuntos de índole personal y menos todavía con los menores de edad. Los de la 4t y sus simpatizantes debieran recordar aquello de “Con los niños no” espetado por la ex NO primera dama (así se decía ella) Beatriz Gutiérrez Müller.

Retomo lo anterior como contexto para referirme al acalorado debate que se dio apenas en el Senado mexicano entre los senadores Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Anaya sobre los alimentos transgénicos.

El documento que utilizó Anaya como base de su disertación fue el libro “Transgénicos. Oportunidades y Amenazas”, cuyo autor es Víctor Villalobos, quien fue secretario de agricultura con López Obrador. Pero que utilizara el libro de un integrante de la 4t, en lugar de agradar a la bancada de la 4t, los puso de malas. Pues quién los entiende, caray.

Deberían de estar fascinados que los senadores de la oposición utilicen escritos de expertos de la 4t.
Desafortunadamente, en lugar de regodearse en la sapiencia de don Víctor, los senadores de la 4t se enojaron y en palabras del presidente de la cámara alta, el senador (que ya busca ser presidente del país) Gerardo Fernández Noroña se lanzó a decir que Anaya tiene componendas con la compañía Monsanto y otras empresas que son fuertes en la producción de transgénicos.

Vamos a precisar: que el maíz transgénico sea dañino no es verdad. Pero aquí lo peor: el hoy morenista (hasta hace poco petista), se metió con los hijos del senador albiazul. No se vale.

Nadie debe decirse sorprendido, entonces, que Anaya retara al senador Fernández Noroña a probar sus dichos. Tan seguro está que prometió su renuncia si Morena prueba su participación, pláticas o acercamientos con Monsanto. Y de igual manera solicitó que si lo dicho por Noroña era una mentira, le ofreciera una disculpa pública. Hasta el momento el presidente del senado ha guardado silencio. Algo extraño en alguien que siempre tiene algo que decirnos.

Pero el problema real va más allá de la discusión entre estos dos senadores. Decir mentiras en cualquiera de las cámaras legislativas debería estar sancionado; estrictamente prohibido; el utilizar “otros datos” también. El conscientemente involucrar a menores de edad de cualquier persona, simplemente penado.

Ahora bien, ya va siendo hora que en México, más si es desde la esfera pública, si se da una acusación esta debe ir sustentada con ¡pruebas, pruebas y más pruebas!,* máxime habiendo cada vez más delitos que ameritan presión preventiva oficiosa… Ejemplo a seguir en todo el gobierno, de cualquier ideología y en cualquier nivel.

Oportunidad para que la presidenta Claudia Sheinbaum llame a cuentas a miembros de la 4t. Refresquemos la memoria: en el Senado ya van al menos dos ocasiones que se hace público el que senadores morenistas le llevan la contra a la presidenta
(y no por una falsa autonomía de los poderes, sino porque así conviene a sus intereses). Tanto cuando reeligieron a Rosario Piedra para la CNDH y ahora al votar la vigencia de la ley anti nepotismo inicie hasta el 2030.

Ricardo Anaya vs Gerardo Fernández Noroña; por ahora, quién acusa debe probar.

Tres en Raya
Lo dicho por Ricardo Anaya en el Senado sobre cómo tratar a Trump fue una clase magistral de cómo enfrentar al anaranjado personaje y a sus tácticas populistas. El legislador no cayó en politiquería y brilló. Sin embargo, para el presidente del Senado era más importante el recortar los minutos del alegato del panista que permitir a este apelar a la unidad nacional. Así no se puede.

Verónica Malo Guzmán

Verónica Malo Guzmán es politóloga, consultora política y columnista de opinión. Miembro de International Women’s Forum, destaca por su análisis crítico y su experiencia en temas de política y sociedad.

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