“Todavía hay mucho trabajo por hacer”, declaró la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, luego de reunirse en Palacio Nacional el viernes pasado con la presidenta Claudia Sheinbaum.
Noem se refería a los esfuerzos por detener el imparable flujo de drogas y de migrantes, que a pesar de la febril actividad desplegada por las autoridades mexicanas desde la llegada de Sheinbaum al poder, a su gobierno le siguen pareciendo insuficientes.
Sheinbaum presumió en esa reunión las cifras alcanzadas por la estrategia de “cero impunidad” que encabeza el secretario Omar García Harfuch, una de las figuras más relevantes de un gabinete poblado por varios fantasmas: 15, 887 detenidos, mil 347 kilos y 2 millones 59 mil 892 pastillas de fentanilo; 644 laboratorios y almacenes de droga asegurados, así como 8, 222 armas decomisadas.
Todo, desde el 1 de octubre hasta el pasado 25 de marzo.
Las acciones llevadas a cabo por García Harfuch en los primeros seis meses de la administración de Sheinbaum se han desplegado a lo largo de 17 estados del país, y se aceleraron desde principios de febrero por las inmensas presiones del Departamento de Estado norteamericano, que el día 2 de ese mes acusó al gobierno mexicano de proteger a los cárteles de la droga y de mantener con estos una “intolerable alianza” que pone “en peligro la seguridad nacional y la salud pública de Estados Unidos”.
Dichas acciones han llegado acompañadas de un fuerte despliegue mediático que subraya el repentino desperezamiento en que ha entrado el gobierno mexicano, así como la radical distancia que ha interpuesto frente al estrepitoso fracaso en materia de seguridad durante el sexenio de López Obrador.
Sheinbaum inició su gobierno hablando de “la atención a las causas”. En sus últimos reportes de seguridad esta frase ha desaparecido, para que todo se concentre en demostrar una incidencia delictiva a la baja, especialmente en homicidios, la constante detención de “objetivos prioritarios” y el aseguramiento terrestre y marítimo de mariguana, cocaína, heroína, metanfetamina y fentanilo.
Sheinbaum amenaza con lograr en unos meses lo que el creador de la estrategia de “abrazos no balazos” no quiso hacer en todo su sexenio.
Sin embargo, a pesar de la voluminosa lista de detenciones y aseguramientos, los grandes jefes del narco siguen libres, y operando. Ni siquiera el debilitamiento que han sufrido como producto de su guerra interna ha llevado a la captura de los Chapitos, ni tampoco a la del Mayito Flaco, que con El Chapo Isidro figuran como los actuales líderes del narco en Sinaloa.
Quienes ocupan el escalón más alto en el Cártel Jalisco Nueva Generación y la Familia Michoacana, tampoco han sido alcanzados. Las listas de resultados del gobierno de Sheinbaum están llenas de figuras remplazables.
Para desgracia de Sheinbaum, la noticia del hallazgo del rancho de Teuchitlán, Jalisco —con sus cientos de zapatos, ropa y objetos personales abandonados, con el hallazgo en su interior de restos humanos, admitido ya por el fiscal general de la república: con las ruidosas declaraciones del Lastra, personaje del Cártel Jalisco que estuvo encargado del reclutamiento y adiestramiento en ese rancho— reveló a nivel mundial el grado de violencia e impunidad que se vive en México.
Según un estudio de México Elige, Escucha Social e Investigaciones Digitales, más que en el país, el hallazgo del rancho Izaguirre encontró mayor difusión, y desató un mayor nivel de conversación en el extranjero. El 69.1% de las conversaciones en redes sociales detonadas por el hallazgo ocurrió en cuentas del extranjero. De cada mensaje publicado en México aparecieron dos fuera del país. Tres millones de usuarios hicieron referencia al suceso, y la mitad de sus comentarios fueron adversos para Morena, López Obrador y Claudia Sheinbaum.
La aparición mediática del grupo de abogados que defiende tanto al Mayo Zambada como a los líderes de los Zetas, y que están vinculados con gobernadores, políticos y figuras de alto de perfil de Morena, ha llevado al gobierno de Estados Unidos a plantear su intención de poner bajo investigación a varios políticos mexicanos vinculados con el crimen organizado.
Aunque Claudia Sheinbaum dijo en una “mañanera” que no estaba enterada de ninguna petición para que el gobierno de Estados Unidos pudiera investigar a estos políticos, con el fin de detenerlos y extraditarlos, dicha información salió precisamente de fuentes cercanas a ella en Palacio Nacional.
El próximo 2 de abril ha sido señalado por Donald Trump como la fecha en que Estados Unidos impondría aranceles a las exportaciones mexicanas. Por el momento, tras la reunión entre Sheinbaum y Kristi Noem, lo único que se sabe es que “falta mucho trabajo por hacer”: para Estados Unidos no basta la captura de operadores de mediano nivel. Lo que quieren los halcones de Trump es detener a toda costa el tráfico de migrantes y de fentanilo, y desmontar la estructura que lo hace posible.