Los gobiernos de México y Estados Unidos han iniciado conversaciones para construir una cárcel de súper máxima seguridad exclusivamente para líderes del crimen organizado, con el objetivo de evitar que sigan operando desde prisión.
Fuentes cercanas al proyecto indicaron a MILENIO que la propuesta ha ganado apoyo en Washington, donde se considera una medida clave para enfrentar a las organizaciones criminales, especialmente a las seis cárteles mexicanos designados como terroristas por la Casa Blanca.
Un sistema penitenciario reforzado con apoyo de EE.UU.
La megacárcel contaría con asesoría de expertos estadounidenses en seguridad penitenciaria, buscando eliminar la influencia de los capos en el exterior. Entre sus características destacan:
- Aislamiento total de los internos, evitando cualquier contacto con otros reclusos.
- Tecnología avanzada para inhibir señales de comunicación, bloqueando el uso de celulares y radios satelitales.
- Triple protección perimetral y vigilancia 24/7 con inteligencia artificial para detectar movimientos sospechosos.
- Tribunales dentro del complejo, donde jueces sin rostro y guardias embozados supervisarían las audiencias.
Desconfianza en las cárceles mexicanas
De acuerdo con fuentes en Washington, el sistema penitenciario mexicano no es confiable, lo que ha impulsado la idea de construir una prisión con estrictos estándares internacionales.
Datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) revelan que ninguna cárcel federal en México supera los 9 puntos en seguridad, y muchas presentan autogobierno, donde los internos tienen más control que las propias autoridades.
Actualmente, en Papantla, Veracruz, se construye un penal de máxima seguridad que ha tardado más de 15 años en ser terminado, reflejando los problemas del sistema carcelario mexicano.
Inspiración en modelos internacionales
El proyecto podría seguir ejemplos como:
- El “modelo Bukele” de El Salvador, con el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una prisión con 23 hectáreas y condiciones extremas de aislamiento.
- Cárceles flotantes, como las propuestas por el presidente ecuatoriano Daniel Noboa, ubicadas en altamar para evitar la comunicación de los internos.
- El penal de “El Infierno” en Argentina, donde se evalúa instalar micrófonos en celdas y eliminar el contacto físico con familiares.
- Chile, donde se aprobó la construcción de una cárcel con túneles que conectan el penal con los juzgados, evitando que los internos vean la luz del día.
Entrega de narcos a EE.UU., antesala del proyecto
El reciente traslado de 29 capos a Estados Unidos, incluyendo a Rafael Caro Quintero, los hermanos Treviño Morales (“Z-40” y “Z-42”) y Antonio Oseguera Cervantes, muestra la urgencia de tomar medidas contra el crimen organizado.
Según fuentes del Departamento de Justicia de EE.UU., el proyecto penitenciario forma parte de un intento por restablecer la confianza con el gobierno de México, luego de años de críticas por la falta de control en las cárceles nacionales.