Según el gobierno de Claudia Sheinbaum, todo es culpa de los jueces.

Si el SAT no recauda más, culpa de la Corte. Si hay tanto crimen organizado, es que los detenemos, pero los tribunales los sueltan. Y, el más reciente, si envían por sus pistolas en bandeja a Estados Unidos a 29 personas, lo hicimos porque los jueces los iban a soltar.

Siguiendo ese razonamiento (es un decir), toca, como en toda trama de buenos vs. malos, saber quiénes son los buenos de la película: si los jueces son unos demonios, como quien dice, un peligro para México, ergo las víctimas son… no, no ustedes, sino los pobrecitos fiscales.

A partir del jueves pasado, de alguna chistera hasta hoy no conocida salió la magia de los doctores del spin que —abracadabra— decretó que la entrega de 29 personas al gobierno de Donald Trump se debió a que los jueces eran, de una u otra forma, aliados de los criminales.

Es que son listos, de verdad. La reunión para armar ese argumento seguro estuvo llena de materia gris y retorcidos colmillos: seguro dijeron algo así como “esta extradición será ilegal, pero qué importa, culparemos a los jueces y no viola la ley quien corrige a un impartidor de justicia corrompido”.

Si fue así, ya se sabrá. De lo que no hay duda es que a los que desde el poder se dicen de izquierda hoy les gusta lo que antes, con razón, les disgustaba. Adoran a los fiscales, y desprecian, al grado de usarlos como pretexto recurrente, a los juzgadores, al menos a los de ahora.

Qué mala suerte la mía, deben pensar Jesús Murillo Karam y Pablo Chapa Bezanilla. Qué distinto habría sido el caso Ayotzinapa si el primero hubiera sido procurador general de la República con Morena, y lo mismo qué triunfo habría tenido el segundo en el caso Ruiz Massieu.

En tiempos de Morena, los detenidos de Murillo no habrían sido liberados, así lo mandara un juez, así hubiera videos de la tortura de Tomás Zerón: todo habría terminado en que el sospechoso era el juez, de corrupción o lo que sea, y no me vengan con que la ley es la ley.

La Paca, gran protagonista de una de las más espectaculares farsas de un fiscal en tiempos recientes, no habría pisado la cárcel.

Porque si para los de Morena la palabra de un acusador es incontrovertible, y no hay amparo que valga, Chapa Bezanilla habría resuelto el caso Ruiz Massieu con ayuda de La Paca, médium (es un decir) que ayudó (es otro decir) a ese subprocurador a hallar un cadáver que no era el que buscaban, pero qué más da, sin jueces todo habría sido legal.

Estos dos ejemplos de cómo, en casos de alta visibilidad en las fiscalías, se llega al absurdo a la hora de “investigar”, deberían bastarnos para recordar que —sin exculpar a jueces corruptos, que también los hay— hay fiscales muy alérgicos al debido proceso.

No por nada The World Justice Program destaca en su más reciente reporte sobre el Estado de derecho en México 2023-2024 que el rubro “La policía y el ministerio público investigan los delitos de manera eficaz” obtuvo una de las peores calificaciones de su investigación. Y según otro reporte de ese mismo organismo, en 2021 las fiscalías eran órganos carentes de índices que permitieran evaluar su desempeño.

El problema de la justicia en México incluye a los jueces, sin duda. Pero ellas y ellos no son la raíz del problema. Es mucho más complejo. O lo que es lo mismo, es falaz el argumento de que elegir jueces nos va a ayudar per se a combatir la impunidad. Pamplinas.

Mientras… mientras hay lo que hay, un gobierno que de todo culpa a los jueces. A ver si no resulta que el domingo, en el mitin de la salvación nacional, reservan un espacio bien adelante para los fiscales, los nuevos mejores amigos de la izquierda en el poder.

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