La mayoría de los gobernadores 4T visitaron el miércoles a la presidenta Sheinbaum en Palacio Nacional. Supongo que la totalidad de ellos la acompañarán mañana en la fiesta del Zócalo. No recuerdo una fotografía o nota reciente del gobernador Monreal en el área de abordaje del aeropuerto de Zacatecas, o del sinaloense Rocha en un asiento de Volaris, o de la bajacaliforniana María del Pilar aguardando en una banda de equipaje, o de la quintanarroense Mara sonriendo en Viva Aerobús. Ni de Américo, Gallardo, Durazo, Layda. Deduzco, pues, que cada uno viene y se va de la Ciudad de México en aviones al servicio de los gobiernos de sus estados, o de aventón en el jet privado de un amigo. Está muy bien: viajan más seguros, evitan contratiempos, improperios y pueden aprovechar los trayectos para trabajar. El único problema sería que hubo un tiempo, que nadie ha declarado extinto, en que al coro de “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, se satanizaba la sospechosa e insultante práctica de volar en carísimas naves privadas. Un tiempo en que se recitaba también que la moral de la “derecha” es la hipocresía. Buen viaje.
NOTA DEL AUTOR
Mañana viajaré a Madrid en business.