Tras el hallazgo del centro de adiestramiento clandestino en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, más testigos han decidido romper el silencio. Es el caso de José (nombre ficticio), quien reveló a Grupo Reforma su experiencia dentro de lo que los reclutadores llamaban “La Escuelita”, un sitio donde se adiestraba a jóvenes para el crimen organizado.
Según su testimonio, llegó al rancho en agosto de 2024 tras aceptar una oferta de empleo difundida en redes sociales como TikTok y Facebook. Antes de ser aceptado, le pidieron enviar una foto de su identificación y un video en el que debía decir su nombre y confirmar que se integraba a la organización por voluntad propia.
El proceso de ingreso incluyó una revisión médica en un consultorio clandestino, donde le hicieron pruebas físicas y se aseguraron de que no portara drogas o armas. Luego, fue trasladado al rancho, donde le quitaron su teléfono y pertenencias antes de ser “bienvenido” por sus entrenadores.
Un entrenamiento brutal
José describió que el rancho albergaba a aproximadamente 210 jóvenes, quienes eran sometidos a una rutina de entrenamiento intensa:
- Ejercicio físico por cuatro horas diarias
- Manejo y desarme de armas de fuego
- Formaciones tácticas y emboscadas
- Simulaciones de combate con pistolas de gotcha
Los reclutas recibían 3,000 pesos semanales y podían comprar productos en una tienda dentro del rancho. Tras un mes de preparación, eran sometidos a pruebas de tiro real para determinar su destino dentro de la organización.
Los más diestros en el uso de armas eran enviados a grupos de élite, mientras que los menos hábiles terminaban en Zacatecas, donde, según José, eran utilizados como “carne de cañón” en enfrentamientos con grupos rivales.
Cremaciones clandestinas
El testigo confirmó que se realizaban cremaciones en el rancho, aunque negó que las víctimas fueran reclutas. Aseguró que, durante su estancia, solo vio morir a un joven por un infarto, quien padecía una fuerte adicción a las drogas.
“José” fue parte de las últimas tandas de reclutas antes de que la Guardia Nacional irrumpiera en el rancho en septiembre de 2024. Su testimonio refuerza la dimensión del hallazgo en Teuchitlán, considerado uno de los mayores centros de exterminio ligados al crimen organizado.