Se informó ayer que soldados destruyeron 11 laboratorios clandestinos en Culiacán y Cosalá en los que se fabricaban drogas sintéticas, y que se encontraron bidones, tambos, reactores, condensadores, recipientes con sustancias químicas, etcétera. La noticia tenía un aroma de contraofensiva y es una más de las que, desde tres semanas atrás, mostrarían que la guerra de Culiacán, iniciada formalmente hace seis meses, el 9 de septiembre, habría entrado en una fase menguante debido al razonablemente rápido éxito de la estrategia de seguridad, coordinada por el secretario Omar García Harfuch. Hoy se habla de 920 detenidos en Sinaloa, 50 de ellos de alto perfil. Qué bueno escucharlo y ojalá el ciclo declinante se extienda hasta una cercana extinción. Porque el daño de esta guerra estallada por Los Chapitos y Los Mayitos ha sido bárbaro, dejaba hasta hace un par de días 944 personas asesinadas en Sinaloa (cinco diarias), mil 76 personas privadas de la libertad (seis diarias), 3 mil 464 vehículos robados, más de 25 mil empleos perdidos. Y un dolor profundo del que la autoridad local no se hizo ni se hace cargo. Culiacán y Sinaloa se estarían salvando gracias a un puñado de federales.

Ciro Gómez Leyva

Ciro Gómez Leyva es periodista y escritor, reconocido con premios como el Rodolfo Walsh y el Nacional de Locución. Conduce Ciro por la Mañana en Radio Fórmula y es autor de la columna 365 días, consolidándose como una de las voces más influyentes del periodismo mexicano.

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